La expresión corresponde a los hermanos Marx. Y supuesto que tal ocurrencia se ha aplicado a mil y una circunstancias, no quiero perder la ocasión de referirla a nuestra situación sociopolítica que, si no fuera porque nos afecta a todos, podría ser objeto de un film con ribetes trágico/ cómicos digno de los Marx (no confundir con Karl Marx).

Veámosla como queramos verla, la realidad es que nuestra situación sociopolítica está realmente desmadrada. La corrupción existe, aunque sus posibles autores siguen siendo "presuntos" mientras no se demuestre lo contrario. Pero, además, la presunta autoría de tales fechorías afecta a un número escandaloso de nuestros políticos, que se supone son personas elegidas por nosotros para gestionar en función de los intereses públicos y generales. A ello debe añadirse la percepción de que nuestras instituciones democráticas no gozan de excesiva salud. El Parlament es un diálogo de sordos, y los gobiernos ejecutivos no consiguen trasmitir eficacia, y para más inri la oposición no brilla especialmente por su esplendor… Todo ello aderezado con una crisis socioeconómica que afecta, con mayor o menor intensidad, a buena parte de nuestra ciudadanía.

En referencia a la corrupción dícese, y es verdad, que no afecta a la mayoría de personas que dedican sus energías a la gestión pública. Sin duda es verdad. Pero no siempre se percibe así por los ciudadanos. No en vano los presuntos no son sólo simples soldados de gleba. Están en la nómina de los presuntos un ex president de la comunidad, la presidenta del Parlament, un ex conseller, y una serie de cargos relevantes. Siguiendo el intento de salvar los muebles y no contribuir a la desafección política, Manuel Vicent publicaba un genial artículo titulado La culpa repleto de ironía y mala leche. En dicho escrito, refiriéndose a la corrupción, afirma "no hay que escandalizarse. Sólo hay que felicitarse si las bombas de achique funcionan". Se supone que tales bombas son: el poder judicial, los partidos políticos, las instituciones democráticas y los ciudadanos.

El poder judicial lo tiene crudo. La presión partidista sobre los jueces y fiscales es insoportable, sobretodo si sus actuaciones van "en contra" (véase reacciones del PP en el caso Gürtel). Los fiscales anticorrupción trabajan con absoluta escasez de medios, realizando una labor de titanes que nunca agradeceremos. Los partidos no siempre se desembarazan de los presuntos y no tan presuntos. No en vano en algunos casos se insinúan aromas próximos a la financiación de los partidos. Las instituciones siguen acogiéndolos en su seno, véase Parlament, aunque sea como no-adscritos. Desde tal perspectiva resulta saludable la iniciativa del Bloc de "suspender" la presencia activa y pasiva en el Parlament de parlamentarios "presuntamente" corruptos, pero con indicios judiciales suficientemente sólidos. Veremos como concluye la propuesta.

Nos resta la ciudadanía. El martes 27 aparecía en Diario de Mallorca una carta al director firmada por Tomás Navarro Serrano, altamente significativa. Reproduzco una parte: "…la clase política se esfuerza en mantener que su inmensa mayoría son honrados (…). Como seguramente le ocurre a mucha gente, yo lo percibo de forma diferente. En política hay corruptos o muy corruptos, aspirante a corruptos (…)". Sobran los comentarios. Si la corrupción se considera normal e integrada en nuestra cultura, mucho me temo que ésta pase escasa factura a los corruptos y a los partidos que los han amparado. La desazón ciudadana se concentra en la ineficacia percibida de las instituciones y en los partidos políticos, que una vez concluidas las elecciones olvidan sus promesas y sus compromisos incluidos en su programa electoral.

No se trata de caer en el burdo derrotismo. Pero si es verdad que "viene el lobo". Es imprescindible que los políticos, los partidos y las instituciones se pongan las pilas, dejándose de pijadas, aproximándose a la gente de carne y hueso. De lo contrario una abultada abstención puede convertirse en norma, sin olvidar las tentaciones populistas. Italia comenzó de la misma manera.