Somos muchos los ciudadanos y ciudadanas que, en pleno agosto, estamos cabreados y hasta las narices. No sólo por los criminales atentados de ETA, sino también por los últimos actos de lo que podríamos calificar de sainete si no fuera porque se trata de clarificar la buena gestión y destino de millones de euros procedentes, no lo olvidemos, de nuestros bolsillos.

Vista la táctica defensiva del PP, la mejor defensa es un ataque, concretada en la estrategia del calamar, voy a plantear una ingenua hipótesis. Como fruto de una calentura veraniega, supongamos por un momento que las actuaciones de los presuntos implicados en las diversas tramas de corrupción sean fruto de su ingenuidad y de su buena voluntad. La caja de Cola-Cao, el desayunarse con langosta, el pagar con dineros públicos determinados viajes privados y otros placeres, el desvío de fondos a cuentas privadas, el despiste del responsable de un consorcio público que firma y ratifica sin enterarse la orden de millones de euros destinados a partidas no justificadas… Más aún, continuando con nuestra ejercicio de buena voluntad, consideremos lógico el desconocimiento más absoluto por parte de sus jefes próximos y de los máximos cargos del gobierno presidido por Matas (¡incluido el mismo!). Enfrascados como estaban en maravillosos planes dirigidos a mejorar nuestro bienestar, no tenían tiempo para dedicar a tales asuntos de menor relevancia. Finalmente aceptemos que sean malévolas habladurías el origen no justificado del patrimonio de Jaume Matas.

Borradas todos estas bagatelas, ¿qué nos quedaría del gobierno de Matas? Simplemente un desastroso mal uso de millones largos de euros. La fantástica maqueta del Palacio de la Opera a realizar en el Port Vell de Palma cuyo millonario coste se cargó a la partida de mantenimiento de centros escolares, el soberbio metro (con inundaciones incluidas) cuyo coste final se desconoce, el Palma Arena con un desfase presupuestario de 50 millones de euros, la inauguración por parte de la familia real de un centro modélico y avanzado de salud cuyo resultado final parece ser su inutilidad para su finalidad inicial… Como mínimo es lógico que muchos ciudadanos y ciudadanas, más allá de sus ideologías, consideren nefasta la gestión pública del último gobierno presidido por Matas. Pero ahora resulta que, según algunos dirigentes populares, lo que se pretende es "demonizar al anterior gobierno de Matas, él incluido". Perdonen mi coña marinera: al dimoni bufarell, con acólitos incluidos, lo tenían (¿lo siguen teniendo?) en su propia casa.

Es verdad que nadie es culpable mientras no lo certifica la justicia. También es cierto que la lentitud de la justicia, puede perjudicar gravemente a los sospechosos y/o imputados. Como es innegable la existencia de juicios públicos paralelos, que pueden afectar el buen nombre especialmente si a posteriori se confirma su inocencia. Pero tales perjuicios no deberían ser válidos sólo para los políticos sino para todos los ciudadanos. De lo contrario todos somos iguales ante la ley, pero algunos son mas iguales que otros. Nos escandalizan las imágenes de los todavía sospechosos del Palma Arena cuando eran conducidos a los Juzgados. Tales imágenes pueden no ser deseables. Pero se repiten, miren las hemerotecas, en situaciones idénticas referidas a políticos de otros partidos, con personajes de la vida pública, con personas anónimas. O todos moros, o todos cristianos.

Desde mi situación de ciudadano, más allá de mi ideología, se me antoja de una absoluta irresponsabilidad el acusar al gobierno, a las instancias judiciales, a las fuerzas de seguridad… de actuar con alevosía contra el PP. Si tienen pruebas, llévense al juzgado de guardia. Con tales acusaciones ustedes están minando las raíces de nuestro estado democrático. Aunque ustedes no se lo crean, el que estas líneas escribe no desea verles borrados del mapa político, entre otras razones porque ustedes pretenden representar a millones de ciudadanos de centro-derecha democrático. El asumir sus propias responsabilidades con seriedad, aunque algunos de ustedes no se lo crean, podría conducirles incluso a mejores réditos electorales.