Los datos sobre el alto incremento del paro eran esperados, pero no por ello se vuelven menos desalentadores o han podido evitar que cunda el desánimo en el momento del cierre de la temporada turística. Hay una imagen elocuente en grado extremo y que no se producía desde hace más de una década, las de las largas colas en la calle, frente a las oficinas de empleo, en demanda de trabajo y sobre todo estos días, alguna subvención o ayuda que amortigüe el efecto económico de la inactividad laboral.

No puede extrañar esta imagen cuando el paro ha crecido ya un 53,6% en Balears con respecto al mes de octubre del año pasado, lo cual significa, ni más ni menos, que el número de desempleados se sitúa en estos momentos en 57.000 personas. Con ser una cifra contundente y muy respetable, hay todavía otra más significativa, la que acredita la destrucción directa de empleo por la gran caída que están experimentando los sectores de la construcción, los servicios inmobiliarios y la hostelería. La afiliación a la Seguridad Social revela que a estas alturas del año se han destruido 14.391 puestos de trabajo si los comparamos con los existentes en 2007. No es sólo por tanto que el hasta hace poco robusto mercado laboral balear sea incapaz de atender todas las demandas de ocupación que le llegan, sino que pierde contenido potencial y considerable capacidad de oferta.

Con este panorama más bien desolador, el Govern ya admite que el año se cerrará con una tasa de paro próxima al 14% -las 80.000 personas sin empleo que se vienen anunciando desde hace más de dos meses- mientras que los sindicatos se atreven a apuntar cifras más altas al tiempo que alertan sobre la dificultad con que topan algunos empresarios para conseguir financiación capaz de crear nuevos empleos estables.

Resulta complicado hallar datos positivos capaces de infundir un poco de ánimo o invitar al optimismo. El conseller Manera lo ha hecho al percatarse de que la economía balear crecerá un 0,8% mientras que en el conjunto de España entrará en clara recesión. El responsable de las arcas autonómicas ha delimitado todavía otro dato positivo al observar que la morosidad en Balears está en estos momentos en el 2,4% mientras que en la crisis de 1991 se disparó hasta el 10%. Es muy pronto para cerrar balances concluyentes y mucho menos para cantar victoria. Veremos si el tiempo da la razón al conseller de Economía pero, mientas tanto, hay que afrontar la realidad de la lucha diaria.

Este periódico publica en esta misma edición el testimonio directo de distintas personas que han topado con la cruda realidad del paro y describen como les "ha cambiado la vida". Profesionales que en dos décadas se ven obligados por primera vez a acudir a las oficinas de empleo, adultos que suman la dificultad añadida de la edad o trabajadores del turismo que describen como en su zona "no hay nada". Pero para algunos inmigrantes "en mi país las cosas están peor". Es la nueva realidad de una evidente marcha atrás económica que se traduce en destrucción de empleo. Mientras se reconduce la situación -y todo indica que la cosa va para largo- llega el momento de los servicios sociales y de las medidas encaminadas a garantizar los derechos básicos de todas las personas residentes en las islas. No será fácil.