Tengas o no tengas miedo a volar, la pregunta sería si viajarías relajado y feliz y contento en un avión tripulado por el Rey. La respuesta de mi tía es "solo con el piloto automático en funcionamiento y aún así". Y es que cada uno a lo suyo y los experimentos con gaseosa. "Imagina que de repente a Su Santidad le diera por conducir personalmente el papamóvil, con riesgo de ir atropellando peregrinos y cardenales y la guardia suiza dándole el alto para ponerle una multa y quitarle los puntos." La comparación es por supuesto "atómica", pero ella, tía Práxedes, es así de fantasiosa. El caso es que Don Juan Carlos se subió en un Hércules en la base de Torrejón rumbo a Zaragoza para presenciar unas maniobras y visitar el Ala 31. La sorpresa saltó cuando, vestido de uniforme del Ejército del Aire y una cazadora de vuelo, se sentó en la cabina de los pilotos y manos para qué os quiero, sobre los mandos del imponente mastodonte aéreo. No hubo deserciones como cuando aquel avión del anuncio, en el que todos se bajaron en vuelo porque no había La Casera. En este vuelo de verdad, el del Hércules, hubo nueve que se arrojaron en paracaídas desde la respetable altura de los 7.000 metros, pero eso sí, leemos que dicho salto estaba previsto y programado, con o sin Rey a bordo.

Ya metido en alturas, tía Práxedes confiesa cierta expectación ante el anuncio de la inminente aparición del libro "Doña Sofía. La Reina habla de su vida", resultado de las entrevistas efectuadas por dos periodistas, Emilio Oliva y Carmen Enríquez con motivo del cumplimiento de los 70 años de la soberana. Expectación en cualquier caso muy menguada por algunos adelantos de dichas declaraciones. "Creo que he vuelto a pecar de ingenua pensando que doña Sofía nos mostraría, al fin, la mujer, la madre, la esposa y hasta la suegra que también es. Pero diga lo que diga y ante quien y donde lo diga, siempre estás escuchando a la Reina aún mostrándose, cual suele, amable, cortés, natural, receptiva. Es "muy profesional" que diría su propio esposo el Rey, no se sabe si al cien por cien como un cumplido. Para muestra ese botón de lo que nos "desvelará" el libro en cuestión: "Quiero a Don Jaime (Marichalar) igual que cuando estaba con mi hija. Que haya cambiado su relación no cambia las cosas". De auténtica aurora boreal.

También cuando afirma "Quienes critican el matrimonio de un príncipe con una periodista tienen una forma muy antigua de pensar". Será, pero con la importante matización de que, en cualquier caso, en este asunto el príncipe puso a toda España ante un hecho consumado. A toda España, incluida su madre la Reina. Tía Práxedes está lejos de pensar en antiguo además de, en lo posible, por su propia cuenta. "Hablando de don Jaime de Marichalar, para mi ha sido un error retirar su figura del Museo de Cera de Madrid, dado que ahora sabemos que su ex suegra la Reina lo sigue queriendo igual que antes (nunca sabremos cuánto ni de qué manera, eso sí). Un error de oficiosa complicidad por parte de la empresa, dado que ahora este personaje tiene más morbo que antes. ¿Será verdad que en su lugar han puesto un torero? A su vez, a la figura de doña Letizia le han tenido que hacer una cara nueva dado que obviamente seguía pareciéndose a la doña Letizia de antes del "retoque de nariz y de barbilla". Con la cera que les ha sobrado podrían montar un puesto cirios", dicen las malas lenguas, que no ella. El Hércules -que conste- aterrizó felizmente en Zaragoza a la hora prevista.