Entre las noticias económicas que publicamos a diario, generalmente malas, esta semana ha destacado una excelente, una muy buena noticia tanto para el sector turístico como para el resto de la economía: la firma del convenio de hostelería que garantiza, como mínimo, un período de cuatro años de paz social entre sindicatos y empresarios. Téngase en cuenta que este convenio es el más importante de las islas, tanto por el número de empresas y trabajadores afectados como por su trascendencia para el conjunto de la sociedad, máxime cuando todo el mundo confía en el turismo para salir de una crisis que está siendo mucho más profunda de lo que se esperaba a principios de año. En plena desaceleración económica, con la construcción en recesión, el turismo ejerce de salvavidas. La temporada no es mala, pero las empresas acusan una pérdida de rentabilidad, lo que ha supuesto como efecto inmediato una restricción en la contratación laboral. Todo hacía prever que este convenio iba a ser conflictivo, pero al final, afortunadamente, no ha sido así y quienes mantuvieron posturas enfrentadas durante meses han acabado sellando un acuerdo satisfactorio para las dos partes.

Por todo eso, la firma del convenio es importante tanto en sí misma como por las circunstancias que la rodean. Globalmente, el turismo es un fenómeno estable capaz de resistir crisis muy fuertes pero, por el contrario, es muy sensible -cada vez más- ante situaciones conflictivas que van desde el terrorismo a la conflictividad laboral. Una huelga, o la simple imagen de los trabajadores de hostelería manifestándose por las zonas turísticas, hubiera dado al traste con una temporada que, pese a todo, no va mal. Los hoteles están llenos, aunque sea con ofertas, lo que permite mantener la actividad y los puestos de trabajo. Precisamente, ante la fuerte inestabilidad laboral que provoca todo período de crisis, el convenio de hostelería asegura un mínimo del setenta y cinco por ciento de empleos estables.

Como es evidente, para llegar al acuerdo, patronal y sindicatos han tenido que hacer concesiones. En contra de lo que tenía previsto y de las corrientes que se extienden por Europa, la parte laboral ha renunciado a rebajar las horas de jornada. Y también, en este clima de concesiones mutuas, se han pactado unos incrementos salariales importantes, del seis por ciento este año y por encima del IPC los restantes, lo que supone un problema añadido para la rentabilidad empresarial pero evita que los trabajadores, en tiempos de inflación, pierdan poder adquisitivo, lo que va a permitirles comportarse como buenos consumidores. En fin: el convenio deja abierto un período de cuatro años, el más largo jamás pactado, en los que la paz social permitirá que las relaciones entre sindicatos y patronales tengan otros puntos de mira.

Porque, como sabemos muy bien, la crisis tiene en Balears características propias, al ser también de carácter estructural. La construcción ha de reequilibrarse, pero igualmente el sector turístico está en pleno proceso de reconversión y, en este sentido, sería recomendable que el espíritu pactista del convenio se trasladase a otras instancias, como es la Mesa del Turismo. Los sindicatos han anunciado su retirada si no participan en la sociedad creada por el Govern, los empresarios y Sa Nostra para la legalización de las plazas hoteleras que están fuera de ordenamiento. La presencia de los sindicatos en todas las instancias que tengan que ver con la reconversión implicaría ampliar los márgenes de estabilidad, de ausencia de conflictividad y, en consecuencia, el espíritu que emana de la firma del convenio.