Una de las razones del despegue alemán tras la Segunda Guerra Mundial fue la capacidad de los ciudadanos de aquel gran país para digerir la tragedia, su valentía a la hora de denunciar el gravísimo error histórico que aquel pueblo había cometido, su disposición a pedir perdón y a rectificar el rumbo y, consiguientemente, su vehemente deseo de contribuir a construir una Europa solidaria e interconectada en la que no fuese posible una nueva desviación.

Italia fue el otro gran país europeo del Eje, pero los italianos no parecen recordarlo. Y el Gobierno actual se ha embarcado en una peligrosa aventura de excitación de la xenofobia autóctona que por fuerza tiene que provocar susceptibilidades, rechazos y hasta indignación. Los gitanos italianos están siendo fichados por la policía mediante unos boletines que registran celosamente la "etnia" de los sometidos al control. Los gitanos piensan que se preparan por este medio expulsiones masivas.

La comunidad judía italiana, lógicamente muy sensibilizada, ha equiparado este inicuo censo a los realizados en la época fascista. No hay parangón posible, obviamente, pero el símil termina de afear esta detestable desfachatez del Gobierno de Berlusconi.