El PP balear va a celebrar hoy un congreso en el que casi todo parece decidido y, sin embargo, sería muy arriesgado aventurar lo que puede pasar, no en las votaciones, sino en el futuro. Rosa Estaràs será reelegida presidenta del partido, cargo al que llegó tras la huída del anterior presidente los Estados Unidos, por una amplia mayoría de los 1.800 compromisarios. Pero con esta votación no se cerrará el cisma entre los conservadores de las islas, sino que, de hecho, se abrirá con todo el riesgo que esta situación comporta cara próximas consultas electorales. Con la candidatura de los alcaldes de Inca y Marratxí como vicepresidentes y el encumbramiento de un político menos conocido -Guillem Estarellas, concejal de Bunyola- para sustituir al hasta hace poquísimo todopoderoso José María Rodríguez en la secretaría, Estaràs confía poder marcar el rumbo del partido hacia una supuesta renovación, estratégica e ideológica, que le ha de llevar a remontar las dos últimas derrotas electorales. Pero está visto que estos cambios no son suficientes.

Por si ya no lo supiéramos, ayer quiso dejarlo claro el oponente a la candidata oficial. Carlos Delegado, sabe perfectamente que no ganará este congreso, pero ha sentado las bases para que sus opiniones tengan que ser tenidas muy en cuenta en el futuro. Dice Carlos Delgado que sin él, o lo que representa, el PP no puede ganar unas elecciones. Matemáticamente tiene razón. Cañellas sólo pudo ganar una vez con mayoría absoluta y fue, precisamente, cuando Aznar le obligó a dimitir por el escándalo del Túnel de Sóller. Si el PP no logra movilizar a todo su electorado, resulta prácticamente imposible formar gobierno. Eso lo saben tanto Estaràs como Delgado, pero la experiencia demuestra que es más fácil si se buscan aliados y de ahí que la actual presidenta desee reponer puentes con UM. Y es por ahí que quienes apoyan al alcalde de Calvià se niegan a pasar.

En este sentido, la presidenta del PP balear deberá enfrentarse a los fantasmas de su pasado para que su mensaje renovador sea creíble y todo ello sin perder de vista lo que suceda a nivel estatal. También Rajoy se encuentra en el mismo dilema. Sabe que nunca llegará a ser presidente de gobierno si antes no desmoviliza a los electores que votan no por una determinada opción política sino contra el Partido Popular. Pero también sabe que rectificar el itinerario marcado por Aznar, que él siguió ciegamente, le va a crear, le ha creado, enemigos en casa. El candidato Delgado no tiene intención de abandonar el partido sino de luchar por imponer sus criterios que, como ocurre con sus planteamientos lingüísticos, se alinean perfectamente con los mantenidos por el ala más dura del PP.

En resumidas cuentas, Rosa Estaràs no tendrá nada fácil poder asumir el papel de líder de los conservadores isleños. Si ya difícil es que los electores olviden su protagonismo como vicepresidenta durante unos de los períodos más oscuros del PP balear, plagado de escándalos de corrupción, más difícil será que logre unir a todo el partido bajo unas mismas propuestas. Va a tener que seguir luchando contra todos de puertas afuera, tratando de limar asperezas con UM y, de puertas adentro, combatir, o integrar -mucho más complicado aún- al frente de Calvià que, como ahora, seguirá haciendo la guerra por su cuenta.