El Real Club Náutico Portopetro, en el municipio de Santanyí, ha vivido con euforia la victoria de Marcus Cooper Walz que empezó a practicar piragüismo en sus instalaciones y que ha ganado hoy la medalla de oro en el K1 1.000 metros de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.

El presidente del club, Josep Rigo, admite que la victoria del joven palista les ha pillado por sorpresa: "No esperábamos esto; esperábamos un quinto o un cuarto puesto".

"Su objetivo era que pasara a la final, así que ayer cuando lo consiguió ya estábamos todos muy contentos y dábamos por cumplido el objetivo", ha relatado en declaraciones, minutos después de presenciar por televisión en el club la entrega de medallas con Cooper en lo alto del podio.

En las semifinales del lunes, que siguieron con atención desde el club de sus orígenes, el palista de 21 años llegó tercero en su serie, con un tiempo de 3:33,786. Rigo explica que una vez terminadas, al comprobar los tiempos de las semifinales, se dieron cuenta de que había "muy poca diferencia" y sólo entonces empezó "a subir el optimismo".

El presidente explica que Cooper empezó en el Club Náutico Portopetro "sus primeros pasos" en el piragüismo cuando tenía 12 años. Aunque se entrena en el centro de alto rendimiento, reside en Cala d'Or y cada vez que está en la isla acude al club "por las tardes a entrenarse".

Rigo explica que el de Portopetro es un club "sencillo", cuya escuela de piragüismo cuenta con una veintena de alumnos, pero destaca que cuatro palistas que empezaron allí están entrando en centros de alto rendimiento y varios de ellos están obteniendo excelentes resultados, entre los que cita a la júnior Aida Bauzà.

"Ahora tenemos que asumir que tenemos un campeón olímpico, esto hay que digerirlo", afirma.

Los vecinos de Cooper han podido ver su victoria en una pantalla gigante en el club náutico y ahora esperan "poder ir a esperarle al aeropuerto y darle el recibimiento que se merece".