­Descubierto a una edad muy temprana, David Bustos siempre ha combinado el talento con una severa disciplina de trabajo. Con solo 19 años, ya bajaba de 3:40 en los 1.500 y se proclamaba campeón de Europa júnior. A los 22 ya había hecho 3:34.77 y ganaba un bronce absoluto en Helsinki. Esa cita de Finlandia parecía que iba a ser el pistoletazo de salida a una carrera meteórica. Después de conseguir ese metal llegaron sus primeros Juegos Olímpicos.

Londres 2012 fue para él una decepción al caer en primera ronda, con un tiempo de 03:41.34. A partir de ahí llegaron los cambios. Se fue a vivir a Cantabria y se puso a las órdenes del mito de la distancia José Manuel Abascal (bronce en Los Ángeles 1984) en septiembre de 2013. A pesar de las lesiones (especialmente un edema óseo en la tibia), mantuvo su nivel, tres años con 3:35, pero no era a lo que Bustos aspiraba. Los resultados no acompañaban, como su último puesto en las semifinales del Mundial de Pekín en agosto de 2015.

Las malas sensaciones provocaron un cambio en la vida de David, que dejó de entrenar con Abascal para volver a Balears en octubre de 2015. Pero, no lo hizo a su Mallorca natal, sino a Eivissa, donde se ha puesto bajo la supervisión de Toni Roig -presidente y entrenador del CA Pitiús-, experto en pulir el rush final. Tras pasar por una serie de altibajos propios de la adaptación a los nuevos métodos de entrenamiento y al ambiente, el mediofondista mallorquín ha empezado a ver los frutos del cambio.

Hace poco más de un mes, consiguió el mayor éxito de su carrera deportiva hasta la fecha, la medalla de plata del kilómetro y medio en el Europeo de Amsterdam. Fue una final lenta (fue segundo con 3:46.90), pero se vio un esprint en los últimos cien metros que solo se explica con su nuevo entrenamiento en Eivissa. El logro sirvió para que Bustos se situase como el tercer español con más medallas en la prueba junto con Fermín Cacho, campeón olímpico en Barcelona 92, y Reyes Estévez. Ahora lleva el peso de ser considerado el mejor mediofondista nacional del momento y ha rescatado al 1.500 español, que no sumaba una medalla internacional en los últimos cuatro años.

El chico tímido amante del rock que empezó en el atletismo asombrando a todos con 15 años y que de pequeño soñaba con ser Superman ha dado paso a un mediofondista estratega, ambicioso, trabajador, sufridor y peleón. Unos rasgos que caracterizan a los campeones. A nivel nacional ya lo es. ¿Lo será a nivel olímpico?