Se han hecho varios largometrajes, en su mayoría documentales, sobre su figura y la ola de violencia que desató al enfrentarse al estado de Colombia, pero esta película del español Fernando León de Aranoa es el mejor retrato de ficción efectuado hasta ahora de Pablo Escobar, el rey del narcotráfico, un hombre que escaló desde la nada hasta la cima del poder a una velocidad de vértigo. Porque el responsable de títulos tan notables y prestigiosos como Familia, Barrio, Los lunes al sol y Princesas, ha gozado del privilegio de basarse en una fuente informativa insuperable, el libro de la mujer que más cerca estuvo de Escobar en los últimos años de su vida y que más estrechamente siguió sus pasos, la periodista y presentador de televisión Virginia Vallejo. Tanto es así que a partir del texto Amando a Pablo, odiando a Escobar, se efectúa una radiografía minuciosa y, sobre todo, rigurosa y solvente, que desvela las claves más íntimas del individuo que osó hacer frente al aparato represivo de un país, movilizando a todo un ejército.

La peculiaridad de la cinta es que observa los hechos desde la realidad de una mujer con la que vivió una historia de amor, que era consciente de la doble personalidad de un ser que se ganó el cariño de sus compatriotas más humildes, poniendo en marcha un plan de urbanización en la ciudad de Medellín con viviendas para más de 2000 familias, pero que instauró un régimen de terror en su actividad de líder del narcotráfico, eliminando con una crueldad sin precedentes a quienes le traicionaban.

Aunque la cinta recoge toda la relación amorosa entre Pablo y Virginia, León de Aranoa es consciente de que el periodo más decisivo es el de la década del terror, a finales del siglo pasado, que sienta las bases del principio del fin y que adquiere por ello una mayor dimensión en la pantalla.

En la tarea por hacer un diseño real y consistente del personaje, el director ha contado con una ayuda fundamental, la interpretación de un Javier Bardem asombroso que da vida a un Escobar real como la vida misma. También Penélope Cruz en el papel de Virginia hace una labor encomiable. Tanto es así que se recomienda vivamente ver la cinta en versión original, tanto más justificada cuanto que la doblada no ofrece las voces de los dos protagonistas.