Lo dijo Wyoming en una de sus entradillas de la edición de 'El Intermedio' del jueves por la noche: "Eres más aburrido que Haneke contando una película de Haneke". Me hizo gracia el chiste, para qué negarlo. Entre otras cosas, porque esta semana he sido fiel a 'Historia de nuestro cine', que ha recuperado películas que compitieron en el Festival de Cannes. Y he vuelto a constatar hasta dónde se atrevió a llegar la escudería de Elías Querejeta, que desde luego contaba con bula para viajar hasta la Croissette con lo que le viniera en gana.

Vi del primer al último minuto 'Los ojos vendados' de Carlos Saura y 'Dedicatoria' de Jaime Chávarri, que no se sabe realmente si son películas de sus directores o de su productor. Parecían hechas en serie. Con créditos idénticos. Con uso de la música extradiegética igual de anticlimática. Con Teo Escamilla y Pablo del Amo usados como peones. Y lo peor de todo, con un guion nefasto carente de ritmo.

Me duele pensar que descubrí estas películas en pantalla grande cuando tenía 17 y 18 años, respectivamente. Soy cinéfilo a pesar de ellas. Del mismo modo que soy teleadicto pese a Leo Anchóriz. El público les dio la espalda, y estos títulos han sido los menos vistos de 'Historia de nuestro cine' en lo que va de año. Lógico. Aburren hasta a las ovejas.

Carlos Aguilar, en su 'Guía del cine español', lo suele explicar sin tapujos. Aunque, paradójicamente, sea uno de los invitados esporádicos al programa que presenta Elena S. Sánchez. Eso sí, por lo general, a presentar películas de género, que son las que le gustan.

A todo esto, 'No sé decir adiós', la mejor película de 2017 hasta el momento, infinitamente superior a 'Dedicatoria' y 'Los ojos vendados', fue vista por menos de 4.000 espectadores en las 40 salas donde se estrenó. Desolador.