Tiene unos enormes ojos verdes que invitan a mirar de frente. A sus 30 años, Amanda Seyfried lleva mucha profesión a cuestas -se dio a conocer con Chicas malas (2004), al lado de Lindsay Lohan-. Ha hecho comedias (Mamma mia!), dramas (Los miserables), películas de autor (Chloe) o el biopic de Linda Lovelace, la primera estrella del cine porno. Con un aire a Michelle Pfeiffer y 1,59 metros de estatura, su abrazo es fuerte. Su franqueza es famosa, y sonríe con los labios de rojo y con la ­mirada.

Es imagen de un perfume que se define optimista. ¿Qué le hace sentirse bien?

Mi perro, Finn (lo adoptó en el 2009 y es coprotagonista de su Instagram), hacer ejercicio, ser creativa... Siempre me ha gustado hacer algún tipo de trabajo manual.

¿Qué tipo de trabajo?

Ganchillo. Soy capaz de tirarme horas y horas con él. Me relaja muchísimo.

¿Se lo ha traído a París?

Sí, lo llevo en el bolso. Soy una adicta.

¿Cómo se definiría a sí misma?

Honesta, compasiva y controladora.

¿Controladora?

Sí. Tiendo a ser una maniática del control. Antes era muy impulsiva; decía lo primero que me venía a la cabeza; ahora creo que es más importante pensar las cosas antes de decirlas para estar segura de sentirlas de verdad. Si discuto con un novio o con una amiga, puedo soltar cosas terribles en las que ni siquiera creo y que pueden hacer daño. Me controlo, pero sigo queriendo estar al mando: conducir yo el coche, elegir las cosas...

¿Qué aporta paz a su vida?

El budismo. Mi psicólogo me introdujo en los pensamientos de los monjes tibetanos y en los del maestro zen Thich Nhat Hanh.

Pocas actrices reconocen ir al psicólogo y haber padecido miedo escénico€

Hay que afrontarlo, es lo que al final te hace fuerte. Y todos necesitamos orientación en algún momento. Si estoy en el escenario y tengo un ataque de ansiedad, pierdo mi enfoque y me pierdo. Necesito herramientas para superarlo, porque volver al presente no es fácil. Cuando finalmente vences al miedo y sigues ahí, sin abandonar la escena, sientes una sensación de euforia.

Y sales del túnel mucho más fuerte...

Muchísimo más fuerte. Cualquier tipo de sufrimiento tiene otro lado, una salida.

¿Hay una cierta presión social sobre las mujeres para estar siempre perfectas?

Sí. Esa presión existe y la siento. ¿Te imaginas los comentarios si Hillary Clinton se mostrara en público con el pelo hecho un desastre? Pero si lo hiciera Bernie Sanders, sería algo que jugaría a su favor, por mostrarse tal y como es. Ella siempre ha de ir con el freno puesto. Si fuera un hombre, podría decir lo que le diera la gana.

¿Y qué se puede hacer para cambiarlo?

Hay que aprender a decir no. Yo la primera, porque también tengo mis inseguridades.

¿Hillary Clinton será la candidata demócrata a la presidencia de Estados Unidos?

Espero que sí... Le toca ya a una mujer.