Con una trayectoria de más de un centenar de películas a sus espaldas, el actor Emilio Gutiérrez Caba compara su profesión con una "inmensa escalera con muchos escalones" y confiesa que ha descubierto que prefiere "hacer canallas, porque tienen más enjundia que las buenas personas".

"Entre otras cosas, porque sabemos que en esta sociedad en la mayoría de los casos hay gente muy canalla, el público admira mucho este tipo de personajes", ha afirmado Gutiérrez Caba, que este lunes recibió la Biznaga Ciudad del Paraíso, creada por el Festival de Málaga para distinguir a los imprescindibles del cine español.

Ese calificativo de imprescindible "lo dice el público o los medios de comunicación", puesto que él se considera "un señor que va al supermercado o por la calle como cualquier persona". "Vengo de una familia que durante generaciones se ha batido el cobre por comer, simplemente", ha resaltado el actor, que cree que imprescindibles sí han sido José Isbert, su tía Julia Caba Alba, López Vázquez o Alfredo Landa.

Se confiesa orgulloso de haber superado el "hito" del centenar de películas, con lo que se coloca "casi a la rueda" de su tía Julia, pero después de 53 años no se ve capaz de "dar consejos ni un seminario".

"A veces hago teatro, a veces cine y a veces anuncios de jamón, según la oferta y la demanda, pero éste es un mundo apasionante, y por eso duramos tanto".

La única "sugerencia" que haría a quienes empiezan en el oficio es "que no tengan prisa, que vayan tranquilos y que piensen que esto es una carrera hasta que el cuerpo aguanta".

"Ahora hay una sensación de velocidad, quizás por internet, que obliga a ir deprisa, pero hay que ir tranquilamente", según Gutiérrez Caba, que da este consejo también a su sobrina nieta Irene Escolar. Ve en ella "una actriz magnífica que tiene muchas posibilidades", y le aconseja "que tenga tranquilidad, porque tendrá altibajos, y si llega a los cincuenta y tantos o llega a jubilarse, entonces habrá conquistado una cota enorme".

Sus inicios

En el caso de Emilio Gutiérrez Caba, los inicios están relacionados con la muerte de su madre, Irene Caba Alba, cuando en casa estaban "escasos de dinero" y su padre le dio tres opciones: el Bachillerato de Ciencias, el de Letras o ponerse a trabajar.

El optó por trabajar en el laboratorio de cine Madrid Film durante dos años hasta que su hermana Julia alcanzó la categoría de primera actriz, lo que le permitió seguir con sus estudios de Filosofía y Letras.

Sin embargo, conoció a Antonio Ayora, que "ayudaba a jóvenes actores a ver el teatro de otra manera" y a él le hizo "cambiar el chip", y después, gracias a Adolfo Marsillach, empezaría a trabajar en la televisión.

Al analizar su carrera sabe los sitios donde ha "metido la pata" y los que el destino le ha dado "la oportunidad de no meterla", porque "la suerte es fundamental".

"Hay personajes que te cambian la vida, como el de 'La comunidad', con el que piensan que puedo hacer de malo, aunque ya lo había hecho en 'Réquiem por un campesino español'".

Se ha entendido bien "con bastantes directores, como Mario Camus, Carlos Saura, Alex de la Iglesia, José María González Sinde o Pilar Miró" y "menos con Basilio Martín Patino", aunque actualmente se llevan "mucho mejor".

En el lado opuesto recuerda "una película inefable" que no llegó a estrenarse, "Sábado en la playa" de Esteban Farré, quien "más que un director era como una madre superiora, porque controlaba si teníamos aventuras nocturnas, y a las ocho de la mañana abría la puerta de las habitaciones para ver si estábamos acostados con alguien".

"Al cabo de veinte años, se me presentó el director y me dijo que quería hacer la segunda parte. No le dije que no, sólo que la presentara en el Ministerio, que le echó abajo el proyecto".