Ofrece muy pocos motivos para la satisfacción y es inferior a Zoolander. Un descerebrado de moda que vimos en 2001 y de la que ésta es una secuela poco inspirada y, sobre todo, sin baluartes firmes en el terreno de la comedia y del cine de aventuras, que son los géneros por los que transita. Aunque la cinta original fue un fracaso en taquilla y en España pasó casi inadvertida por las pantallas, con los años adquirió una relativa popularidad y hasta mereció elogios de un sector de la crítica.

El problema es que Ben Stiler, auténtico responsable de de las dos cintas, en su condición de director, protagonista y coautor del guión, no ha encontrado el punto adecuado para que humor, acción y aventura resulten rentables y eficaces. Por eso no cabe otra cosa que subrayar que estamos, por encima de todo, ante una decepción.

El mundo de la moda ha evolucionado bastante más de lo que expresan las imágenes y, lo que es peor, lo ha hecho con mucha más brillantez y soltura. La incorporación al reparto de la española Penélope Cruz, que en el papel de Valentina es algo así como una agente de Interpol que actúa en el mundo de las pasarelas, tampoco aporta la vitalidad necesaria.

Derek Zoolander es el típico antihéroe, un tipo delirante y grotesco que se ha quedado con el paso de los años totalmente al margen del universo de la moda, en el que tres lustros atrás eran auténticos referentes, un fenómeno que también ha sufrido su compañero de fatigas, Hansel. Este último, sin embargo, está convencido de que aún tienen posibilidades de reinventarse y de volver a imponer sus criterios, recuperando con ello fama y dinero.

Pero hay un motivo esencial para que Derek vuelva a las andadas y es que recupere a su hijo, un adolescente que cayó en manos del villano de turno y del que no ha sabido nada en los últimos tiempos. Los aires de thriller del comienzo se transforman mediada la proyección en un producto de aventuras que conlleva la formación de un trío invencible, el que componen el protagonista, Hansel y Valentina, empeñados en acabar con el caos y la muerte que se imponen en el sector.