'No es la película que yo hubiera hecho, pero a los fans les encantará. Es todo lo que han estado esperando'. Esto fue, a grandes rasgos, lo que dijo George Lucas en su primera aparición pública tras ver El despertar de la Fuerza. Y el padre de la criatura, ahora emancipada, lo clavó. El Episodio VII dirigido por J.J. Abrams ofrece exactamente lo que los seguidores de la franquicia estaban esperando desde hace décadas y que Lucas no les supo dar -salvo en contados pasajes de La venganza de los Sith- en su segunda trilogía. Es decir, una enérgica y espectacular actualización fiel al espíritu de una saga elevada con el paso de los años al estatus de mito, de religión.

¿Y qué es eso que hace que la Fuerza sea tan intensa en esta película como no lo era desde hace más de 30 años? Muchas cosas. Y cuentan tanto las que están, como las que no: huir del tono infantil, de los sosos romances, de los personajes insufribles, de innecesarias explicaciones políticas y midiclorianas...

Pero el poder de El despertar de la Fuerza también reside en arrojarse sin reparos en los brazos de la aventura y de la nostalgia para acelerar en favor de la primera y frenar para dar espacio a que respire la segunda y permitir así que a los fans se les erice la piel con sus icónicas imágenes, sus esperados reencuentros y con la -oh, gloriosa- música del maestro Williams.

Apuesta segura

Una propuesta canónica que implica una evidente -y visto el resultado casi necesaria- ausencia de riesgo. Y es que otra de las felices evidencias que nos deja El despertar de la Fuerza es su vocación de rescate, de restauración y redención desde la veneración.

Abrams y Lawrence Kasdan -responsable de los libretos de las dos últimas entregas de la trilogía original- no dudan en calcar planteamientos, estructuras narrativas e incluso secuencias prácticamente completas para, valiéndose de las enormes posibilidades de la tecnología del hoy, sacar brillo a la fórmula y los héroes del ayer. Un ayer universal, una mitología conocida y amada por cientos de millones de fieles seguidores. En definitiva, una apuesta segura.

Cierto. En El despertar de la Fuerza hay nuevos héroes, villanos, droides, escenarios, criaturas... pero todos sus elementos -que se suceden a un ritmo trepidante- evocan poderosamente a referentes ya conocidos por el público en general, y adorados por los fans de la saga en particular. Es más, por muy bien dibujados que estén los nuevos personajes y por muy seductor que vuelva a resultar el Lado Oscuro en su refundación, quienes siguen funcionando como un reloj, quienes nos hacen sentir como los niños de antaño son los chascarrillos del ajado Han Solo y su inseparable Chewie. Antológicos.

Tres pájaros de un tiro

No esperen, por tanto, de la mano de Abrams un reinicio rompedor como aquel con el que el brillante cineasta obsequió a Star Trek. Ni era necesario ni parece que esa fuera nunca la intención de Disney* y si no que se lo pregunten a Michael Arndt. El verdadero riesgo lo tomarán otros, los siguientes (Rian Johnson y Colin Trevorrow, directores ya confirmados de los Episodios VII y IX), bajo su atenta mirada. Él se ha reservado el gustazo de desempolvar el Halcón Milenario y poner de nuevo a volar a la saga de sus -de nuestros- amores con un colosal y completísimo espectáculo cinematográfico casi tan redondo como el adorable BB-8.

El despertar de la Fuerza es a la vez un gran homenaje a la trilogía original, un justo y necesario desagravio tras sus decepcionantes precuelas y una sólida piedra sobre la que edificar la nueva y prometedora era de la saga de las sagas. Tres pájaros de un tiro. Bravo y gracias J.J., llevábamos años esperando esta película.