Desde que la crisis comenzó a expulsar a muchos españoles a tierras de mejores oportunidades, no es difícil encontrar mallorquines en los lugares más insospechados. No por eso deja de causar asombro descubrir 'El rincón de Mallorca' en un país tan lejano como Chile. En Viña del Mar, más concretamente, es donde Guillermo y Mary conquistan desde hace año y medio a los transandinos con sus ensaimadas, cocas de trempó y panades.

En un sencillo local con media docena de mesas, una vitrina con tentadores dulces y un mapa de las Islas Baleares como parte del austero decorado, en un barrio residencial de una de las ciudades más exclusivas a los pies del Pacífico, la gente se amontona un día cualquiera para encargar las especialidades típicas de Mallorca.

"No fue fácil al principio, el chileno es reacio a probar cosas nuevas", cuenta Mary que para dar a conocer sus elaboraciones caseras empezó ofreciendo degustaciones gratuitas que lograron seducir los paladares de sus clientes, cada día más fans de la ensaimada.

El emprendimiento de la pareja, que emigró con su hija de 20 años, un niño de 12 y hasta sus dos perros, "va subiendo" con el inmenso sacrificio que implica abandonarlo todo para empezar de nuevo en un sitio completamente ajeno. Aunque Guillermo nació hace "medio siglo" en La Unión de Chile y tiene hermanos en Viña del Mar, vivió 30 años en Mallorca y echa de menos la isla casi más que su mujer, mallorquina de pura cepa.

El pastelero, dos veces ganador del concurso de repostería de la famosa Fira Dolça de Esporles, y con un extenso currículum en conocidos hornos de Mallorca, no lo duda un segundo: "Volvería con los ojos cerrados". Es incapaz de disimular lo mucho que añora su vida en el Mediterráneo, donde también podía ejercer como profesor de judo. "La playa, el agua cálida y el deporte" ahora es parte de sus más preciados recuerdos como los amigos y la gente "tan amable" de la isla. Casi no se acostumbra a un "estilo de vida tan diferente", pero lo alienta que el negocio marche bien y que el trabajo se traduzca en progreso y estabilidad, comparando con lo difícil que venían resultando las cosas para ellos en España.

Vivir en un país sísmico no les amedrenta en lo más mínimo: "Te mentalizas y terminas acostumbrándote", afirma Mary que explica que reciben mucha información todo el tiempo sobre cómo hay que actuar en caso de alerta por un tsunami, al punto que se hace algo tan cotidiano que ya no asusta. Tampoco les afectó el incendio que recientemente arrasó Valparaíso. Pese a pertenecer Viña del Mar a la región, quedó lejos del desastre del que los mallorquines destacan "la gran solidaridad de los chilenos, sobre todo de la gente joven", para ayudar a los damnificados.

Mary se siente a gusto con su nueva vida, pero también reconoce la nostalgia que provoca la distancia abismal. Se consuela pensando que en su negocio de Chile se encontró "a media España"; por 'El rincón de Mallorca' pasan a saludar desde vascos, gallegos o catalanes hasta andaluces que se enteran de que hay otros paisanos valientes de ese lado del mundo donde todos se sienten hermanos.