Bares y restaurantes ya trabajan para sustituir, a partir de enero, las aceiteras rellenables que se ponen a disposición de los clientes por envases etiquetados que deberán estar "provistos de un sistema de apertura que pierda su integridad tras su primera utilización y que dispongan de un sistema de protección que impida su rellenado una vez agotado su contenido original". Una medida que viene impuesta por un real decreto del Gobierno (PP) y que ha dividido al sector: productores y consejo regulador de la Denominación de Origen Oli de Mallorca solo ven bondades en la medida, al avanzar en la garantía de la calidad y autenticidad del oro líquido y mejorar la imagen del producto; por contra, en la restauración y hostelería temen que se deperdice parte del producto, denuncian el impacto medioambiental que conllevará y lamentan el incremento de costes que producirá que, en ningún caso, aseguran, revertirá en el precio final que se imponga al cliente.

"El sector necesitaba esta normativa con la que se mejora la imagen y trazabilidad del producto y se garantizan los derechos del consumidor, que podrá conocer qué marca de aceite consume", sostiene el presidente de la Denominación de Origen Oli de Mallorca, Pep Oliver.

La nueva norma entrará en vigor el 1 de enero de 2014, si bien los aceites adquiridos por el sector de la hostelería, restauración y catering antes de esa fecha podrán seguir ofreciéndose hasta el 28 de febrero del próximo año. Se desconoce el posible impacto ecónomico de la medida, aunque la Asociación de Restauración de Mallorca CAEB expresa en voz alta su temor y disconformidad. Pilar Carbonell, su presidenta, recuerda que la petición de prohibir las aceiteras rellenables salió de los olivareros de Andalucía, que concentra más del 80 por ciento de la producción española y el 40 por ciento de la mundial. "Presionaron al ministerio de Agricultura y el Gobierno intentó que Bruselas aprobara una medida para todos los socios europeos. En la Comunidad Europea nos trataron de locos y tumbaron la medida -por presiones de países como Reino Unido-. Esto no es una directriz ni una política europea, es una medida más del Gobierno de Mariano Rajoy de imposición y prohibición, un porque yo lo valgo para subir el precio del aceite", espeta.

Los restauradores se preguntan por qué se aplica esta norma solo a los aceites y no al vinagre, sal y pimienta, que también se sirven en envases rellenables. "Así no se garantiza la calidad de un producto. Si algunos establecimientos no sirven aceite de calidad, como se dice, para eso están las inspecciones de sanidad", recuerda Carbonell.

El real decreto -continúa Carbonell- supondrá un incremento de coste que no se podrá repercutir al cliente y motivará que se desperdicie parte del producto, con el impacto medioambiental que eso supone: Balears pasará de 800.000 garrafas de 5 litros a 15 millones de envases, muchos de los cuales no llegarán al vertedero.

Maria Solivellas, copropietaria de Ca na Toneta, restaurante situado en Caimari, afirma que desde el punto de vista medioambiental le parece "mucho más sostenible el rellenado", pero el aspecto más importante, en su opinión, no es el contenedor sino el contenido "y el embotellado no me garantiza en sí la calidad del aceite".

"Siempre he pensado que las aceiteras de los lugares públicos en países mediterráneos son un preciso baremo de la salud gastronómica de una comunidad. En España, siendo uno de los grandes productores de aceite del mundo, deberíamos consumir un aceite de primerísima calidad, un extra virgen y no es el caso, de hecho lo difícil es que te sirvan y cocinen con buenos aceites, o eso me dice en muchas ocasiones mi aparato digestivo, no hay quien digiera un mal aceite. Es mejor poco y bueno. Como en muchos aspectos gastronómicos tenemos mucho que aprender de los italianos, donde la cultura y reverencia al aceite de oliva virgen es mucho mas visible", argumenta la cocinera y también empresaria.

Rechazo de los hoteleros

La Federación Hotelera de Mallorca también rechaza de entrada la prohibición de las aceiteras rellenables, "una medida que incrementa costes" aunque también tiene su parte positiva, "al impulsar un cambio hacia un producto de mayor calidad", apunta la gerente de la entidad Inma de Benito.

¿Costará más poner aceite de oliva en la tostada o aliñar las ensaladas en los bufetes? "El incremento de los costes no se podrá revertir en el cliente ya que el nuestro es un segmento muy sensible en los precios", asegura De Benito, no sin antes subrayar uno de los reproches que hace al Gobierno: "Hacía falta un estudio de impacto económico que no se ha hecho".

A diferencia de hosteleros y restauradores, los productores valoran la decisión del Gobierno de dejar la tradicional aceitera en casa. Catalina Mateu, directora de la empresa Olis Caimari, aplaude una norma que ayudará a identificar el producto y, en el futuro, podría desembocar en "una carta de aceites" sobre la mesa de los restaurantes.

Mateu sostiene que tener aceiteras no rellenables será beneficioso para las exportaciones de España, un país que es el primer exportador mundial con una media de 1,3 millones de toneladas, y también el principal productor. "De cara al turismo es una medida muy positiva", subraya.

En Caimari, al igual que en el resto de empresas productora de aceite de Mallorca, trabajan a toda prisa para ponerse al día: "Hemos tenido que comprar maquinaria nueva para atender la demanda. Las botellas de 1/4 litro podrían ser las más demandadas", apunta Mateu, quien se muestra "ilusionada" ante este reto: "Yo soy positiva ante los cambios. Éstos siempre suponen una oportunidad de negocio nuevo".

"Los envases pequeños, a diferncia de los grandes, conservan mejor sus propiedades: gusto, aromas, tonalidades...", precisa Pep Oliver, máximo responsable de la D.O. Oli de Mallorca.

"Las botellas etiquetadas son una forma de preservar la autenticidad", insiste Tomeu Deyà, copropietario de Can Det, productora que vende sus productos a media docena de restaurantes de la isla y, principalmente, en el Duty Free del aeropuerto. "Los restaurantes tendrán que asumir más costes, pero de cara al turismo puede resultar beneficioso", concluye.