A primera vista puede parecer que para ser caravanista basta con tener uno de los vehículos-vivienda que ofrece el mercado, pero a poco que se empieza a conocer este colectivo se percibe que el caravanismo es todo un estilo de vida -un ´sentimiento´ diría alguno-, que engloba a trotamundos, antiguos hippies, excursionistas y, en definitiva, gente con espíritu inquieto y, sobre todo, alérgica a las rutinas. Vaya, que tienen pinta de tener el sofá de casa como nuevo. Y para entender hasta qué punto convierten su afición en pasión, un ejemplo reciente: muchos de los consultados reconocen que al mirar las etapas de montaña del Tour de Francia están más pendientes de los vehículos estacionados en los arcenes -autocaravanas, claro- que de los esforzados ciclistas.

En Mallorca existen dos clubes autocaravanistas, unos 500 furgones-vivienda matriculados y cada año visitan la isla desde la península más de 600 turismos de esta categoría. Y todo esto en una isla que no cuenta con campings pensados para ellos y que solo tiene un área de servicio, inaugurada hace dos años en Inca. Y para acabar de rematar la ´aventura´, los amigos de las casas rodantes se topan con numerosos problemas a la hora de estacionar en muchas zonas de la isla.

Rafael Borobia es el presidente a Abaces (Associació Balears Cultural de Temps Lliure i Autocaravanisme) y reconoce esta problemática, aunque añade que "también es cierto que en muchos pueblos nos reciben con los brazos abiertos, sobre todo los comerciantes". Y es que, ciñiéndose a la normativa, Borobia explica que cuando el furgón está cerrado puede aparcar en el mismo lugar que cualquier otro turismo, "y cada vez que un policía me quiere multar le enseño toda la documentación y recomendaciones de la DGT y le recuerdo que acto seguido yo tendré que denunciarlo a él ante el juzgado por prevaricación". La cuestión más polémica reside en si se puede pernoctar en el interior, pero para el presidente de Abaces "existen sentencias que nos dan la razón y que dicen que es irrelevante si se duerme o no dentro, porque además hablamos de un turismo adaptado como vivienda".

Sobre la escasa oferta de zonas para roulottes, Borobia considera que, además de generar molestias a los aficionados mallorquines, se está perdiendo una fuente importante de ingresos. "Unas 600 autocaravanas llegan a Mallorca al año a pesar del handicap del precio del barco, unos 900 euros ida y vuelta desde Barcelona, y de solo tener un área de servicios". La presidenta de la asociación Caravaning Club Mallorca, Mercedes de Almenara, asegura que reciben multitud de llamadas de caravaneros que quieren visitar la isla "y se sorprenden cuando les explicamos que en una isla tan turística tenemos tan poca oferta para nuestro colectivo".

A la hora de buscar explicaciones a esta carencia, ambas asociaciones lo tienen muy claro: "Los hoteleros convencen a los políticos y empiezan los problemas para nosotros", dice de Almenara. Borobia coincide, y añade que "nos consideran competencia y no nos quieren al lado, pero no dicen nada de la gente que duerme en los yates". Recuerdan que en Can Picafort funcionó muy bien un camping hace años, pero ahora se ha reconvertido en establecimiento hotelero.

"No necesitamos demasiado -señala de Almenara-, un punto para descargar aguas residuales y cargar agua limpia, es lo básico, y después en otros lugares ofrecen otras cosas, como electricidad, duchas, bar o wi-fi, por un precio que puede rondar los 4 o 5 euros al día, o gratuito, como en algunos pueblos de la península que quieren incentivar este tipo de turismo".

Uwe Riek, vicepresidente de Abaces, considera más interesante crear una red de puntos de servicio en la isla que abrir campings, puesto que tienen menos trabas administrativas y requieren menor inversión: "En Ibiza y Menorca funcionan siete campamentos porque están abiertos desde hace años, pero si quieres abrir uno de cero, ahora te piden que tenga servicio médico, cafetería, baños, y esto encarece el proyecto. Es como hacer un hotel rural".

RUTAS POR MALLORCA

Vistos los impedimentos, la pregunta es: ¿y cuáles son las rutas y los puntos habituales para un caravanista en la isla? Para Borobia hay muchos sitios interesantes: las calas de Manacor, Lluc -donde celebran su encuentro anual-, Banyalbufar, el puerto de Sóller, Portocolom, Aucanada, Pollença, Campos, Sant Joan, Vilafranca, Cala Agulla, y muchos más que sigue enumerando. Estos son destinos habituales de los socios de Abaces, aunque cuando organizan una salida colectiva siempre informan y solicitan permiso a cada ayuntamiento. De Almenara afirma que su colectivo tiene base fija durante el invierno en la comuna de Lloret, donde alquilan una parte del campamento. "En Lloret están contentísimos, porque hay que tener en cuenta que todo lo compramos en el pueblo y estamos muy implicados en actividades que se hacen. Es que nosotros somos todo lo contrario del todo incluido de los hoteleros: todo lo gastamos allí donde vamos".

Riek subraya que en Francia hay 500.000 caravanas -o autocaravanas, la diferencia es si lleva la vivienda como remolque o incorporada al turismo-, y en Alemania unas 600.000, "pero lo triste es que en España no nos hemos enterado todavía del potencial económico que supone, y ellos recorren el país de paso hacia Portugal y Marruecos, donde sí que les reciben bien". Añade que "un supermercado alemán del puerto de Algeciras debe ser el que factura más de España, porque deja estacionar toda la noche a las roulottes que por la mañana cruzarán el Estrecho". Otro ejemplo que pone es el de Córcega o Croacia, "que están llenos de áreas de servicio".

Y es que los caravanistas mallorquines conocen la realidad de otros países gracias a ese espíritu inquieto que les lleva a organizar viajes por toda Europa. Estas semanas de julio una comitiva de 25 vehículos ha salido rumbo a Alemania, aunque ´La Meca´ de los destinos para cualquier buen aficionado son el monte Saint Michel francés y, sobre todo, Cabo Norte, en Noruega. Un lugar al que otro socio de Abaces, Natalio, tiene pensado ir dentro de poco para celebrar su jubilación: "Dejaré el teléfono aquí y me voy seis meses a recorrer los 15.000 kilometros". Este caravanero -que cuenta con uno de los vehículos más modernos y mejor equipados- cuenta que antes de conocer este mundo salía cada semana a pescar en barca "pero cuando probé la caravana dejé el mar, porque allí estás todo el día solo y aquí conoces gente de muchas edades y somos una piña".

Tomeu y Antonia llevan 40 años siendo fieles a las salidas semanales por toda la isla. Ella recuerda que la primera excursión fue a Cap Ferrutx, cuando sus hijos eran pequeños, "me acuerdo que pasamos por el cuartel de la Guardia Civil de Artà y yo enseñé mi título de monitora de gimnasia para pedir permiso para acampar. Se ve que nunca nadie se lo había pedido y me dijeron: bueno, ya diremos a los agentes de la zona que no les molesten". Tomeu, ya jubilado, trabajaba como profesor y explica que "los viernes me iba al instituto con la caravana para poder partir enseguida". Otra anécdota que explica su pasión es que cuando se compraron una nueva casa la máxima preocupación era que el garaje permitiera entrar el vehículo.

TIENDAS Y FURGONES ´HIPPIES´

Riek cuenta que los que llevan tres décadas o más en este mundo de las roulottes "empezamos con las tiendas de campaña, luego pasamos a las furgonetas hippies tipo ´camper´, y cuando aparecen los hijos, si puedes, buscas algo más de confort y llegas a las autocaravanas". Ahora mismo los clubes de la isla cuentan con veteranos de más de 70 años que siguen en ruta, y también gente joven. Borobia apunta que, con la crisis y la falta de empleo, algunos han optado por desplazarse a la península con su vehículo y hacer pequeños trabajos comiendo y durmiendo en el interior.

Los caravaneros se siguen sorprendiendo de la mala imagen o del desconocimiento que existe en general hacia ellos, "nos dicen que estamos un poco locos por salir cada semana", sostiene el presidente de Abaces, mientras que otro socio recuerda que alguna vez cuando ha llegado a un pueblo le han preguntado "¿y tú qué vendes?" o han exclamado, "mira, ya viene el circo".

Otro ejemplo de falta de sintonía con la Administración es que el carnet de conducir español solo permite turismos de hasta 3.500 kilos -apunta Riek-, algo que pone en una situación algo complicada a muchas autocaravanas: "En Alemania, Francia y Portugal ya se han adaptado a los 4.500 kilos para vehículos de recreo, y aquí se lo están estudiando ahora porque nuestra federación se lo ha pedido".

Hoy en día uno puede convertirse en caravanista con una inversión a partir de 35.000 euros, señala Borobia, aunque después existen modelos de alta gama que se van a los 150.000 euros, o piezas de lujo sobre ruedas que rondan el millón de euros. Otro campo enorme es el de los complementos, como placas solares, antenas, baterías para suministrar electricidad, aire acondicionado o toldos especiales. En estos casos, lo más peligroso de hojear un catálogo o acudir a un concesionario es lo que le pasó a Natalio, que se fue a comprar una escalera para su litera y salió con toda una autocaravana nueva.