Millones de pasajeros utilizan cada año el aeropuerto de Mallorca, es su puerta de entrada y salida de la isla. Unos llegan a la terminal, facturan equipaje, pasan el control de seguridad, compran algo de lectura para el viaje, se toman un café mientras esperan la salida de su vuelo, embarcan en el avión y despegan... Otros aterrizan en Palma procedentes de otra ciudad, recogen su maleta y salen al exterior de la terminal en busca de quien les lleve a su lugar de vacaciones, un taxi, el autobús del tour operador, un familiar... Y así, hasta más de 22 millones de pasajeros, que fue la cifra alcanzada el pasado año.

Que todo funcione con relativa normalidad, pese a que en un solo día se operen unos 1.000 vuelos de 58 compañías diferentes y con más de 150.000 pasajeros, es gracias a la cara más oculta del aeropuerto, un engranaje en el llegan a estar implicadas casi 13.000 personas, entre las que se contabilizan los propios trabajadores de Aena, los de las compañías aéreas, los de los tour operadores, los de las tiendas y cafeterías, limpieza, seguridad, asistencia médica... Toda “una pequeña ciudad”, como la define Eva Valenzuela, responsable de la división de Operaciones del aeropuerto. Ella es una de las personas que durante el invierno participa en los comités de planificación de la temporada alta, para asumir que el tráfico de aeronaves y personas aumente exponencialmente en los meses de calor y que no sea un caos. En plena temporada, las reuniones diarias a diferentes niveles continúan. Se analiza cómo fue la jornada anterior y qué se espera de la que está transcurriendo. “Palma es de los aeropuertos que multiplican por seis sus puntas de viajeros en comparación con enero. Hay un cambio de ritmo muy, muy fuerte”, afirma Valenzuela. “También es estacional en días de la semana, incluso en horas del mismo día”, añade.

Más de 22 millones de pasajeros y más de 170.000 operaciones son las cifras de 2012, que sitúan a Son Sant Joan a la altura de cualquier aeropuerto europeo de primer nivel en temporada alta. Es pronto para saber si se batirán nuevos récords este verano -en mayo se produjo uno, con 2,49 millones de pasajeros-, pero las previsiones parecen indicar que sí. Se inauguran 80 rutas nuevas y la tendencia en estos meses es crecer.

El cerebro de Son Sant Joan

En la sexta planta de la terminal de Son Sant Joan hay una amplia sala presidida por pantallas en las que gráficos e imágenes ofrecen una radiografía del aeropuerto mallorquín a tiempo real, desde la zona de facturación a los aviones en plataforma. El personal del CGA (Centro de Gestión Aeroportuaria) tiene además información de Eurocontrol y del espacio aéreo internacional sobre cualquier incidencia. Los trabajadores de este departamento, sentado a sus respectivas mesas, observan las pantallas de sus ordenadores. En un despacho está el ejecutivo se servicio de turno, al habla por teléfono, y en la sala, hay un jefe de gestión en tiempo real. En el momento en que se comunica una incidencia, sea cual sea, en la terminal o en plataforma, se pone en marcha la cadena de mando para actuar y tomar decisiones. Si se tratara de un ser humano, el CGA sería su cerebro.

“Las incidencias se dan de forma habitual, afortunadamente, ninguna acaba mal”, afirma Borja Ciprián, el jefe de turno en el centro neurálgico desde el que se distribuye toda la información. El ambiente es tranquilo, cada uno tiene su responsabilidad, pero tanto Ciprián como Valenzuela afirman que en los días de más trabajo la imagen no cambia mucho.

Claro que hay ocasiones en las que por mucha previsión y experiencia el caos es inevitable, como sucedió con el abandono de sus puestos de trabajo de los controladores en el inicio de un puente festivo en 2010. Pero por lo general, el tipo de incidencias, como cancelaciones de vuelos o regulaciones en otros aeropuertos se pueden amortiguar ya que cuentan con dos o tres horas de ventaja, tiempo suficiente para avisar a tour operadores y compañías para que el pasaje no se quede desatendido en el aeropuerto durante la espera. En el caso de que lleguen cientos de turistas a la terminal antes de hora -como ha sucedido- porque el tour operador ha adelantado la salida del hotel, desde el CGA se avisa a los controles de seguridad para que haya más arcos de control abiertos y no se produzcan colas en el control de pasaportes. “Aquí lo primero son los aviones y los pasajeros y tiene que salir. Y el objetivo es continuo”, afirma Diego Llorca, jefe de gabinete de la Dirección del aeropuerto. Llorca prefiere hablar de “días pesados”, más que de días malos, esos en que la jornada se complica y los retrasos aparecen en las pantallas de información. “No se trata de estirar las orejas a nadie. Todos saben lo que tienen que hacer”, asegura en referencia a los actores implicados.

Según las previsiones, hoy, domingo, pasarán por Son Sant Joan 132.104 pasajeros en 768 operaciones. Aunque en fin de semana es cuando más tráfico de pasajeros hay, los martes, por poner un ejemplo, también son días fuertes de trabajo, ya que llegan los turistas ingleses...

Atención al pasajero

Air Berlin es la compañía que durante el año más pasajeros mueve en Son Sant Joan, un 29 por ciento del total. Air Europa, un 6,5%; Ryanair, un 14%, Easy Jet, otro 5%, Vueling, un 3,75% y Air Nostrum, un 2,5%.

José Antonio García, jefe de la división de servicios aeroportuarios, remarca que el aeropuerto de Palma es de los pocos que cuenta con una oficina de atención al pasajero, para aquellas personas que necesitan una atención especial, por el motivo que sea. “Aquí nos llegan todos los imprevistos que te puedas imaginar, desde atención al pasajero a la limpieza”, comenta Enrique Costa, de turno en esta oficina, en una mañana que transcurre “bien, para la cantidad de gente que hay...”.

Otro dato curioso para hacerse una idea de lo que supone trabajar en el aeropuerto. Un día punta, como fue el 10 de agosto del pasado año, se pueden llegar a servir 6.200 cafés en la terminal, y en los meses de verano, la ventas en los establecimientos Areas del aeropuerto aumentan un 45%, según indica la propia empresa concesionaria. Este mes que acaba, los datos de facturación también son mejores que en 2012, principalmente por la inauguración de un Burger King.

Hace 30 años el volumen de pasajeros y de vuelos operados era menor, y desde luego no existía tanta normativa internacional. En esa época ya trabajaban en el aeropuerto Joan Riera y Manolo Cáceres. Hoy son jefe de sección del área de maniobras y coordinador de señales, respectivamente. Visten un uniforme muy reconocible con polo amarillo, el de los follow me, los ojos del aeropuerto en la plataforma. En total son 40 trabajadores, con seis coordinadores, que se organizan por turnos de 12 horas. Además de dar apoyo a los aviones una vez que han aterrizado, durante su turno realizan revisiones de la pista “para que no haya suciedad, grietas, baches... Y por la noche, con los focos especiales, comprobamos que funcionen las luces, que no haya obstáculos”, explica Riera sobre su trabajo. Manolo menciona más funciones, la de seguridad en plataforma, la de vigilar que todo el mundo esté donde debe estar y que no haya nadie por plataforma sin permiso. “Esto parece la ley de la selva, pero está controlado”.

Seguridad en plataforma

Cualquier incidencia en la zona aire en plataforma nos afecta, desde un impacto con un ave a un pasajero despistado por pista”, afirma Cáceres. Y claro, el tiempo que necesitan para solventar la incidencia es tiempo que la pista se cierra… También dan servicio a las avionetas que transportan órganos para trasplante y que tienen su espacio en la barrera norte con un fácil acceso a la carretera, para ganar tiempo.

“Cuando hay niebla, hacemos una revisión exhaustiva del sistema de luces para permitir que los aviones puedan tomar tierra con menos visibilidad. Cerramos el perímetro de esa pista y se balizan los viales para restringir los vehículos…”, explica el coordinador de los señaleros. “Y siempre hay algún piloto que aterriza porque su avión tiene el sistema, pero luego resulta que no ve nada y nos pide ayuda”, comenta con sorna Cáceres. “El no ve nada, pero nosotros tampoco…”, añade el jefe de área. Su trabajo no está exento de peligro, por la plataforma, aunque ellos se mueven y conducen con total normalidad, hay zonas de mucho tráfico, aviones, furgonetas, coches de compañías... y en alguna ocasión han presenciado algún desgraciado accidente sin explicación que se les ha quedado marcado en la memoria. También recuerdan cuando un DC3 se estrelló y murieron sus dos tripulantes a principios de los 90, o el accidente de una avioneta de carga, en 2002.

Dotación de bomberos

Como la pequeña ciudad que es, el aeropuerto está vigilado por las fuerzas de seguridad del Estado, además de personal de empresas privadas, cuenta con servicio médico y tiene dos parques de bomberos, pertenecientes a Aena, que deben dar una respuesta a cualquier punto de Son Sant Joan en menos de tres minutos.

Manuel Martín Garrido es el jefe de seguridad aeronáutica y su despacho está en uno de los parques en plataforma. En cada uno hay un mínimo de seis bomberos y un jefe de dotación, explica. Su trabajo consiste en atender alertas, alarmas y emergencias, y para todo hay un protocolo a seguir. Por lo general, se trata de “algún incidente menor que indica el piloto, salimos si es necesario”, porque como él mismo apunta, la presencia de los bomberos en pista puede alarmar al pasajero que los divisa desde el interior del avión…

Garrido también está acostumbrado a un trabajo que depende mucho de las puntas de pasajeros y de las operaciones previstas, en días y horas muy concretas. Riera y Cáceres, también. De hecho, los follow aseguran que no se plantean otro tipo de vida con horarios y responsabilidades más ‘normales’, en la que no existan diferencias entre domingos, martes, festivos y turnos de noche... Porque eso es lo que tiene esta pequeña ciudad, que no descansa nunca.