Si el presupuesto global en una obra de edificación es de un millón de euros, la partida que se debe destinar a las medidas de seguridad se mueve entre los 30.000 y los 40.000 euros. Es decir, garantizar la salud de los trabajadores supone entre un 3% y un 4% del coste global de uno de estos proyectos. Sin embargo, empresarios del sector reconocen que la guerra de precios que se ha abierto en Mallorca está llevando a que algunos intenten recortar gastos incluso en un capítulo tan importante como éste. O lo que es lo mismo, se admite que algunas muertes por accidentes laborales se podrían haber evitado si no se hubieran querido ahorrar unos pocos miles de euros. En 2017 hubo cinco fallecidos en las islas, y este año ya se contabilizan tres.

Desde el sector se denuncia la proliferación de nuevas empresas que se han incorporado a la actividad constructora para aprovechar el boom que se está registrando en algunas ramas de su actividad, como la edificación de chalés o las reformas en la planta hotelera. Y la forma de meterse en el mercado es ofreciendo presupuestos muchos más económicos. El resultado para obtener beneficios con esa estrategia son las jornadas a destajo de sus trabajadores (lo que también favorece la accidentalidad, se recuerda) y reducir al máximo todos los gastos, como los vinculados a la prevención de riesgos. "A veces nos asustamos cuando vemos los bajísimos presupuestos que ofrecen algunos para hacerse con una obra", se reconoce.

Esta política se ve favorecida cuando el cliente exige plazos muy ajustados para la realización de los trabajos y apura al máximo la inversión que está dispuesto a realizar. Como ejemplo se señalan algunos casos en modernización de la planta de alojamiento pero también en la obra pública, en los que las exigencias para abaratar la inversión a realizar y en el cumplimiento de las fechas resultan "asfixiantes" para el constructor, según se lamenta.

Eso supone, según admiten fuentes de los constructores, poner en peligro la vida de los trabajadores cuando se llega al extremo de reducir el presupuesto en materia de seguridad.

¿Dónde son más habituales esos recortes? Precisamente en las medidas más importantes para proteger las vidas de los empleados: las de seguridad colectiva. Porque son precisamente las más caras.

Este reconocimiento de algunos empresarios de sector es confirmado por fuentes de la Inspección de Trabajo y de los secretarios generales de las federaciones sectoriales de CCOO y de UGT,

Todos ellos señalan que cuando se visita una obra, se puede comprobar que todos los trabajadores llevan casco mientras están en activo, y disponen de guantes, botas o gafas protectoras. Las deficiencias aparecen, de forma sistemática, en la instalación de redes, barreras y andamios, fundamentales para evitar las caídas desde altura. O no están, o están mal instalados. Porque un aspecto que se destaca es que la mayoría de los accidentes mortales o muy graves que se dan en la construcción se deben precisamente a esas caídas desde grandes alturas.

Más fallos en lo más caro

Según señala un empresario del sector, la mayor parte del presupuesto de seguridad en una obra va dirigido a esas medidas de seguridad colectiva y no a las individuales, por lo que supone no solo la adquisición de muchos metros de andamios o redes (que además deben de estar homologados para garantizar su calidad y renovados periódicamente), sino también por el tiempo que se debe dedicar a su instalación. "Un andamio perimetral en una obra de edificación cuesta muchísimo", apunta. Eso hace que sea el capítulo de seguridad donde se tiende a aplicar los mayores recortes para abaratar los costes y poder ofrecen un presupuesto más competitivo.

Fuentes de la Inspección de Trabajo respaldan esa afirmación: cuando se investigan los accidentes más graves en la construcción, el problema en la mayoría de los casos es de inversión. Es decir, no se ha gastado el dinero necesario para que las medidas de seguridad colectiva sean las adecuadas.

Esa misma opinión es expuesta por los responsables sindicales, que añaden los problemas derivados de unas cargas de trabajo inaceptables, vinculadas también a un déficit en las plantillas. Así, se apunta que en ocasiones detectan andamios "que bailan porque están mal anclados" o redes sin las sujeciones adecuadas.

Pardo añade una anécdota personal en su trabajo de visita de obras: la inmensa mayoría a las que ha acudido están abiertas, cuando es obligatorio que permanezcan cerradas para evitar el acceso a personas ajenas a la empresa y que no cuenten con el material de seguridad individual.

Todo lo expuesto se agrava, según lamenta algún empresario, cuando parte del personal con el que se tiene que trabajar tiene escasa experiencia en el ramo, dado que la crisis ha provocado que muchas personas que tradicionalmente operaban en la construcción se hayan desplazado a otros sectores a la hora de buscar un empleo.