Un exdirectivo de la empresa Cursach, que trabajó como subdirector en el Megapark, en la Playa de Palma, denunció ayer ante el juez Florit la doble contabilidad que se realiza en este local de ocio, para conseguir ocultar a Hacienda los ingresos reales que se realizan. Este extrabajador, de nacionalidad extranjera, ratificó a presencia del juez todas las presuntas irregularidades que ya había descrito hace varias semanas ante el Grupo de Blanqueo de la Policía.

El testigo, que se definió como el segundo máximo responsable de este local de ocio, aseguró que su función de jefe le obligaba a controlar a los tiqueteros, a los miembros de la seguridad, a los camareros, y el personal de cocina y limpieza.

A preguntas del juez y del fiscal Miguel Ángel Subirán, sin la presencia de ningún abogado del Grupo Cursach, detalló que era habitual que los camareros cobraran la consumición a los clientes y acto seguido anularan el tiquet, de tal forma que esta venta no quedaba oficialmente reflejada. Estos ingresos permitían el flujo de dinero negro, que se utilizaba para realizar pagos en metálico. Explicó que, según sus cálculos, en una sola noche en el Megapark se puede llegar a ingresar hasta 600.000 euros, sobre todo si es una jornada que coincide con un encuentro de fútbol en el que participe la selección alemana.

También confirmó que la Policía Local de Palma apenas realizaba inspecciones en el local del Megapark, a pesar de que era habitual que se sobrepasara el aforo. El negocio de Cursach en la Playa de Palma tiene un aforo oficial de 1.000 personas. Sin embargo, según desveló ayer este antiguo empleado, en ocasiones se multiplicaba por tres dicho aforo, hasta el extremo de que se llegaban a reunir hasta cuatro mil personas en el espacio de ocio. El testigo no recordaba ninguna ocasión en la que la Policía Local, encargada de controlar los aforos de este tipo de negocio, hubiera levantado alguna acta sancionadora sobre el exceso de clientes.

También detalló que la Patrulla Verde tampoco realizó jamás ninguna inspección del interior del local de ocio, pese a que no siempre se cumplían todos los requisitos legales. Explicó, por ejemplo, que una de las zonas carecía de urinarios, pero que nunca hubo ninguna sanción por ello.

Sobre el trato que recibían los trabajadores, el exsubdirector de Megapark aseguró que los empleados estaban explotados, obligándoles a realizar más horas de trabajo de las acordadas.

Asimismo, el exempleado de Cursach detalló al juez que los responsables de la empresa obligan a los empleados a que acudan a las manifestaciones que se han organizado en contra del juez Penalva y el fiscal Subirán.