"Es increíble que en pleno siglo XXI haya aviones, rayos láser y multitud de avances tecnológicos pero no máquinas adaptadas para las mujeres que trabajan en el campo". Así comenzaba ayer su intervención Maria González, huertana y cerealista eco, en la mesa redonda celebrada en el Club Diario de Mallorca bajo el título La dona al món agrari mallorquí. Dones agroecològiques.

La joven mallorquina, impulsora de un proyecto de recuperación de una finca familiar, habló de su mayor dificultad en el campo: la fuerza física. "La maquinaria no está pensada para las mujeres. Sigue un estándar masculino", apuntó. Como por ejemplo la sierra eléctrica. "No sirve de nada utilizar una sierra eléctrica si ni tan siquiera somos capaces de encenderla", lamentó.

Las cuatro ponentes presentes en la mesa asintieron con la cabeza. "Es hora de pedir que la tecnología se adapte a las mujeres payesas" reclamó González ya que "no se tiene en cuenta que los hombres tienen el doble de fuerza que las mujeres".

Por su parte, Aina Socias, ambientóloga, hizo hincapié en los prejuicios que persisten en la sociedad sobre las mujeres payesas. "Se habla de que es un trabajo de fuerza, ligado a la mecanización, y por tanto, un trabajo de hombres" señaló. Según Socias, "un mundo de hombres" en el que cada vez la presencia de la mujer es más visible.

En el caso del campo de las semillas, según las ponentes, es un mundo que se mantiene en femenino. Y es que el 90% de los trabajadores son mujeres. Ya trabajaban en ello sus madres. Y sus abuelas. Y también sus tatarabuelas. Y es que, en palabras de las cinco conferenciantes que compusieron la mesa redonda, la mujer payesa siempre ha estado presente en la agricultura y la ganadería pero "ha sido invisibilizada por el hombre".

"Las mujeres eran las que seleccionaban las frutas y las espigas del trigo" recuerda Socias y añade que, "como define Petits Contes la agroecología: es la que se hace con la sabiduría de las abuelas". Eso sí, siempre ocultas bajo las espaldas de sus maridos de cara al público. Así lo contó Margalida Villalonga, quien señaló que ella es muy poco conocida porque era su marido quien siempre daba la cara. "Él era el presidente de la cooperativa y ha sido presidente de diferentes asocaciones agrícolas", apuntó. Y para que otros jóvenes no comentan sus mismos errores, Villalonga pide a las nuevas generaciones de payeses que sean ellas las que participen en los órganos de dirección de las diferentes asociaciones agrarias. "Debemos ser nosotras las que nos demos a conocer", concluyó.

Aina Calafat expuso que en Balears hay 3.500 mujeres registradas como agrarias frente a 7.000 hombres. De estas, 1.900 tienen más de 65 años y solo 189 son jóvenes.