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Opinión

Cursach sale libre con una fianza de 100 (cien) euros

El magnate declaró ante el Parlament que catorce millones de euros era una cantidad insignificante

Cursach sale libre con una fianza de 100 (cien) euros

En el libro de actas del Parlament, accesible a la Audiencia Provincial pese a la precariedad informática denunciada por los jueces, consta la comparecencia de Bartolomé Cursach Mas en la comisión de investigación de Son Espases. El empresario pagó la friolera de catorce millones por un solar rústico estéril junto al hospital, y ni recuerda el desembolso. La diputada Fina Santiago le reprende:

-Son muchos millones de euros, yo me acordaría.

-Usted sí.

Es decir, el magnate considera insignificante una cantidad catorce veces superior a la fijada para prevenir su fuga con acusaciones "que llevan aparejadas penas muy graves", según reconoce hasta la Audiencia. Por cierto, esa cantidad de 2002 se actualizaría en veinte millones.

Ese mismo año, Cursach sacó al Real Mallorca de la tumba abonando de la noche a la mañana diez millones de euros, según consta en informaciones accesibles a la Audiencia pese a la etcétera etcétera. Hoy serían al menos quince millones, y también quince veces más de la garantía monetaria exigida por el tribunal.

El potencial de Cursach le ha permitido salvar de la quiebra a clubes de Primera y a bancos. A quien menosprecia veinte millones, no es descabellado adjudicarle un valor neto de centenares de millones de euros. Por tanto, la Audiencia le ha obligado a un depósito irrisorio de una milésima parte de su potencial. Para un mallorquín con cien mil euros de patrimonio, equivalen a pagar 100 (cien) euros para evitar la prisión. Retornables.

Amarrar con 100 (cien) euros reales la presencia de Cursach, que no piensa fugarse con independencia de la irrisoria fianza, requeriría de una extensa motivación. En el auto no consta. Al revés, las magistradas pretenden que es una cifra estratosférica, aunque no efectúan ni un asomo de cálculo para probarlo.

O la Audiencia no sabe sumar, una hipótesis descartada en profesionales de excelsa formación en todas las materias, o piensa que los mallorquines no saben sumar. Esta suposición peca todavía de un mayor atrevimiento, en la Fenicia del Mediterráneo occidental. Desde luego, el tribunal se defenderá alegando con la defensa del magnate a la que sigue en todo que "sus cuentas bancarias están embargadas y sus propiedades ofrecidas en garantía". Conmovedor pero, ¿cómo se las arregló entonces para reunir un millón de euros con los bancos cerrados? Muy sencillo, porque la fianza real es de 100 (cien) euros. El abono fulgurante reduce a papel mojado el auto judicial. A propósito, ¿el camello Pedrito el Papelino también hubiera salido de la cárcel con la puntualidad encomiable de Cursach, en el mismo día de emisión del auto y por una puerta que le permita esquivar a los fotógrafos?

El segundo de los tres jueces de Instrucción quemados por esta causa, colega de las magistradas blindadas en la confortable Audiencia, tuvo que solicitar permiso de armas ante el riesgo que nadie menospreciaría anejo a los protagonistas de la trama mafiosa de la policía local. También soportó manifestaciones sin precedentes, que exigían su encarcelamiento. Ahora se ve desacreditado por sus compañeras, en un asunto interno que deberán dirimir entre ellos.

Ante la liberación casi gratuita de Cursach, solo cabe añadir una reflexión y una moraleja. Con los datos del endeble auto de la Audiencia, nunca debió entrar en prisión. En cuanto a la enseñanza, es la habitual. Persiguiendo la corrupción, nadie hace carrera, y sus colegas de carrera se encargarán precisamente de enterrar a quien se atreva a violar esta norma. Vale en este caso para Penalva, pero también sirve para Llarena, arropado al menos por el Supremo.

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