Nuria Varela (Asturias, 1967) está convencida de que la lucha feminista conseguirá la igualdad. Duda de si ella lo verá. Presentó en Formentera su libro 'Feminismo para principiantes' y participó en una charla en Can Ventosa con la concejala de Igualdad de Vila, Carmen Boned; la consellera balear de Presidencia, Pilar Costa, y la directora de Diario de Ibiza, Cristina Martín. Hoy estará en el Club Diario de Mallorca bajo el título 'Comunicar más allá del 8M'.

Uno de sus libros se titula 'Feminismo para principiantes'. ¿Qué es lo primero que hay que saber sobre feminismo?

Qué es el feminismo, una teoría política que tiene tres siglos y sigue siendo una gran desconocida. Está lleno de tópicos y de ideas que no son ni adecuadas ni ciertas.

A alguien le interesa que sea así, ¿no?

Claro, es una teoría política y un movimiento social crítico con el poder. Plantea una sociedad más justa, equilibrada, libre de violencia y sostenible. Eso, obviamente, encuentra muchas resistencias.

¿Hay confusión incluso entre quienes son feministas?

El discurso feminista está silenciado. Está silenciado en la escuela pero también en la universidad, la española aún es androcéntrica, no reconoce los estudios feministas. También es un discurso silenciado en los medios. Tenemos un gran déficit de presencia de mujeres en general y del discurso feminista en particular. Nos encontramos con tertulias a todas horas en las que hay pensamiento político de derechas, de izquierdas, de extrema derecha, de extrema izquierda, nacionalista, independentista... Pero no encontramos pensamiento feminista de manera habitual. Hay confusión y desconocimiento porque el feminismo tienes que ir a buscarlo, hacer un esfuerzo, no te lo encuentras.

¿Hay simulacro de feminismo?

Hay mucho desconocimiento. Y hay discursos que se repiten y que han calado por falta de reflexión. Por ejemplo lo que denominamos el velo de la igualdad. Dice que ya estamos en situación de igualdad, que las cosas no son como eran, pero hoy, en el siglo XXI, no hay ni un indicador en este país que nos hable de igualdad. Ni uno. Económicos, laborales, uso del tiempo, representación política, violencia... Son discursos poco reflexionados.

¿Creer que ya tenemos la igualdad es un riesgo?

Tenemos problemas muy serios. Unas magnitudes de violencia que van en aumento, especialmente entre la gente más joven. Ése es el primer problema serio. El segundo es la feminización de la pobreza, cómo las mujeres nos hemos empobrecido y precarizado en los últimos años. Y el otro problema grave es la crisis de cuidados que tenemos ahora mismo. Un modelo que sigue cargando la mayor parte del peso del trabajo doméstico y de cuidados, gratuito e invisibilizado, sobre las mujeres. Aún estamos haciendo el 83% de ese trabajo. Se está haciendo a costa de la salud, del esfuerzo, del dinero y de las carreras profesionales de las mujeres. Y cargando también en las mujeres mayores, las abuelas, y en las más pobres. Hay muchos más problemas, pero estos serían los que hay que solucionar con urgencia.

¿La crisis nos ha rematado? ¿Ha sido la excusa para que muchas mujeres volvieran a casa?

Ha sido la excusa para recortar los presupuestos en igualdad y en lucha contra la violencia de género, las políticas públicas de igualdad y para expulsar a las mujeres del mercado laboral y cargarlas con esos cuidados. Una parte de los recortes no hubiesen sido posibles sin las mujeres. No puedes cerrar un comedor escolar si no hay alguien en casa que da de comer a los niños. No puedes mandar a casa a una persona que acaba de ser operada si no hay alguien que la cuida.

¿Se puede recuperar?

No sólo se puede, se debe. Y lo más rápido posible, con urgencia.

¿De quién depende eso?

Hay una parte que depende de la exigencia social, que ha cumplido con creces. Las últimas movilizaciones del 8 de marzo han puesto sobre la mesa la exigencia social. Pero sobre todo depende de la voluntad política. La sociedad pidió hace tiempo un pacto de Estado contra la violencia de género, pero no ha habido voluntad política para ponerlo en marcha. Ni para intentarlo. Ahora mismo, voluntad política es lo que falta, pero la sociedad civil debe seguir presionando para conseguirlo.

La conferencia se titula 'Comunicar después del 8 de marzo'. ¿Eso significa que no debemos quedarnos sentadas a esperar?

Sí, hay muchos ámbitos con responsabilidades en conseguir una sociedad más justa y equilibrada y uno de ellos es el de los medios de comunicación. La sociedad tiene sobre la mesa unas exigencias y unos planteamientos y los medios deben darles respuesta. No pueden seguir diciendo que algo que tiene tres siglos es una moda. Hay que hacer análisis adecuados y dar respuesta a esas demandas.

¿Hay quien cree que es una moda?

Insisto, hay mucho desconocimiento y/o resistencias. Es mucho más fácil decir que es una moda que pararte a estudiarlo y ver por qué hay una movilización tan rotunda. Una movilización así no se improvisa, no sale de la noche a la mañana y tiene muchas razones.

¿Decir que es una moda es una estrategia para minimizarlo?

Claro. Es una de las estrategias habituales. Se le critica, se le insulta y se le minimiza.

Seguimos escuchando adjetivos como feminazi, además de tópicos como que si eres feminista es porque no has encontrado un hombre, eres fea, no te depilas y demás sandeces.

El machismo no tiene capacidad polémica ni discursiva. A ver cómo alguien argumenta hoy de una forma mínimamente sensata que la sociedad del siglo XXI es una sociedad en la que los hombres tengan privilegios sobre las mujeres y la desigualdad es la forma habitual de relacionarnos. Es impensable. Su única estrategia es el insulto, la tontería, minimizar, el chiste... Por eso el machismo es tan violento, porque no tiene capacidad discursiva para justificar sus actos.

Dice que es impensable, pero un eurodiputado polaco dijo que somos menos inteligentes.

Sí, pero eso tiene una respuesta social. Puedes salir muy serio y decir esas cosas, pero hay una respuesta. Lo que sí tiene éxito es la misoginia sutil, las nuevas estrategias de misoginia, pero el machismo directo, explícito, no es un discurso admitido por la mayor parte de la sociedad. Por eso no se usa mucho. No se le ocurre a ningún filósofo decir ahora lo que decían Rousseau o Kant.

¿Qué es la misoginia sutil?

Formas no explícitas. Sería el velo de la igualdad, el abuso de los mitos del amor romántico en los relatos, el mansplaining... No es un discurso violento, sino que te quita la autoridad. La misoginia sutil sería toda la violencia simbólica, que es invisible, normalizar la desigualdad mediante discursos no agresivos.

¿El amor romántico nos ha hecho muchísimo daño?

Y nos lo sigue haciendo. La mayor parte de los discursos dirigidos a la gente más joven, sobre todo a la adolescencia, y me refiero a la literatura, las series, el cine o la música están alimentados por los mitos del amor romántico. Y son muy dañinos.

¿Y por qué seguimos enganchadas a esa idea, aunque seamos conscientes de que no debemos?

Porque la educación afectivosexual no se enseña en ningún sitio. En el aula sólo importan las matemáticas y el inglés. La gente más joven, las crías, dependen de sus familias. Ni siquiera hay un espacio en la televisión pública. No hay resquicios. Hace años se acabó con los centros de información sexual para jóvenes. ¿Cómo se están educando? Con los libros que leen, las películas y las series que ven, la música que escuchan... ¿Te cuento una anécdota?

Por favor.

En Madrid se representa el musical 'Familia Adams'. Es un relato de muchos años, clásico, casi. Pues Miércoles se vuelve buena por amor.

¡No!

¡Sí! Si haces un análisis, la mayoría de los relatos que le llegan a la gente joven están gestionados sobre esos mitos y algunos que no lo estaban ahora sí, como en este caso. En los años 80 y 90 había discursos mucho más críticos e igualitarios.

¿Ellos pueden ser gamberros y nosotras debemos ser buenas?

Los mitos del amor romántico son peligrosos porque nos hablan de relaciones desiguales. Apelan al pensamiento mágico. Ahora utilizamos el pensamiento racional para todo salvo para nuestras relaciones sentimentales, sexuales o de pareja. Ahí se nos sigue educando en el pensamiento mágico. ¿Cuáles son los mitos del amor romántico? El de la media naranja, que te dice que de los 7.000 millones de personas que hay en el mundo hay una para ti.¡Una! Es absurdo, pero hay tanto relato sobre ello que te lo acabas creyendo y hay una búsqueda de esa persona. ¿Y si cuando crees que la has encontrado no es la más adecuada, no te trata bien, no te respeta? ¿Cómo la dejas? No se rompen tan fácil las relaciones cuando crees que es tu amor verdadero.

¿Hay más?

El mito de la omnipotencia del amor. Ése es aún más peligroso y se repite todos los días en la publicidad. El último anuncio de la Lotería de Navidad tiene todos los mitos del amor romántico. Este mito dice que el amor lo puede todo. ¿Eso qué significa? Pues que lo puedes dejar todo por amor. Toda tu vida. Esos mitos son dañinos y el caldo de cultivo de la violencia de género.

Nos están matando.

Ahí está el principal problema.

¿Qué hacemos?

La solución pasa por cumplir las leyes que están en vigor y por la prevención. Hay que ayudar y recuperar a las mujeres, pero lo importante es que no lleguen a esa situación. La solución pasa por la prevención y la prevención pasa por la educación de los hombres. Hay que dejar de focalizar en las mujeres cuando hablamos de las víctimas y focalizar en los agresores. ¿Qué sociedad tenemos para que convirtamos a los niños en maltratadores? ¿Cómo los estamos educando? Se ha triplicado el numero de menores de entre 14 y 17 años detenidos por violencia de genero en los últimos diez años. ¡Triplicado!

Incluso con estos datos hay quien cree que exageramos.

Ahí tienen mucha culpa los medios. Los relatos sobre la violencia son, como mínimo, incompletos, aunque podría ser más crítica. Para ellos sólo existe violencia cuando hay asesinato, y la violencia no es sólo eso. Se focaliza en las víctimas, parece que no hay agresores. Y no hay forma de que se explique el «móvil del crimen», entre comillas. El motivo por el que se produce la violencia de género es la desigualdad, no las drogas, el alcohol, o que estén enfermos. Los medios no acaban de encontrar el relato. Siempre dicen que si era violento, que si estaba en paro o con depresión,que si fue después de una fuerte discusión... ¡No! No se habla de los agresores o se cree que son anomalías. Señores enfermos o raros, casos extremos. Y no. No es así. Si no trasladamos ese relato completo y real es muy difícil que puedas enfrentarlo.

¿En algún ámbito las mujeres tenemos igualdad?

Ahora mismo, no. El único indicador positivo es el número de mujeres en las aulas universitarias. Pero sólo si no profundizamos. Si lo hacemos vemos que ellas estudian unos ámbitos de conocimiento y ellos, otros. Hay estereotipo de género. Y si pasamos al profesorado, a catedráticas, a decanas... Empezamos a perder.

¿Podemos ser optimistas?

No dudes de que en algún momento tendremos igualdad, otra cosa es que tú y yo lo veamos. El feminismo es una historia de éxito. Fíjate de dónde partíamos. Nos decían que no teníamos alma ni inteligencia. Partíamos de la nada. Podemos ver la botella medio llena o medio vacía. Medio vacía porque nos queda mucho trabajo, pero medio llena por todo lo que hemos conseguido. Ahora que hemos llegado hasta aquí no vamos a parar y quedarnos a la mitad. También es una historia de éxito porque el feminismo ha mejorado todas las sociedades en las que se ha implantado. No sólo la vida de las mujeres sino de la sociedad en general.

¿Una vez que entras en el feminismo no hay marcha atrás? ¿Es imposible no ver las cosas?

El feminismo te da herramientas para ver lo que te han querido esconder. Te cambia la mirada. Y una vez que ves, ves. Puedes mirar hacia otro lado, hacerte la loca o disimular porque te exige valentía y no siempre todo el mundo está en condiciones de ser valiente siempre. Pero ves. Y una vez que tienes esa mirada, es imposible perderla.