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Análisis

Cambiar hábitos o fracasar

Cambiar hábitos o fracasar

Palma tiene un problema de movilidad. Lo saben los conductores que en las horas punta intentan salvar la rotonda de la carretera de Sóller a la altura de Son Castelló. También los que se pasan veinte minutos o más en una cola de la autopista de Inca para acceder a la vía de cintura. Asimismo, son conscientes de que urgen soluciones aquellos que han convertido las calles de Nou Llevant en un gran aparcamiento sin ORA desde el que acceder a sus puestos de trabajo en el centro.

Las dificultades se agrandan en una ciudad radial en la que todas las rutas de penetración confluyen en un semicírculo imperfecto formado por las Avenidas. Una capital que, además, concentra gran parte de la actividad económica e institucional de la isla.

Este es el marco. ¿Cuál es la solución que plantea el Consell? Aparcamientos disuasorios que acojan miles de vehículos procedentes de la Part Forana. Autobuses que, sueña la consellera de Territorio, recojan a los ciudadanos y los trasladen con rapidez hacia el centro neurálgico de Palma. ¿Funcionará? La experiencia obliga a ser escépticos. El mallorquín es poco propenso a utilizar el transporte público si dispone de vehículo privado. Desconfía. Razones no le faltan. Los servicios ferroviarios y por carretera fallan más que una escopeta de feria. Será muy difícil vencer recelos y hábitos forjados durante décadas.

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