Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Análsis

Sustos alimentarios

No hay que ser animalista para compadecerse de las pobres reses

La noticia del cierre temporal del matadero de Manacor por "motivos técnicos", un eufemismo que esconde la pasividad prolongada en el tiempo para modernizar las instalaciones, es otro susto alimentario para los mallorquines.

En los últimos años, gracias al incremento y coraje de los inspectores sanitarios y de trabajo, se han descubierto casos de empresas suministradoras de alimentos o de restauración que ponen los pelos de punta.

Los consumidores pagan precios elevados por alimentos y bebidas en la confianza de que no serán nocivos para su salud y de que en su producción se han respetado todas las normas legales españolas o europeas.

La realidad nos está demostrando, día sí y día también, que no todo es tan seguro y transparente como se quiere hacer ver.

La enésima noticia negativa nos pinta un matadero municipal con maquinaria e instalaciones obsoletas y no propias de una economía europea del siglo XXI. Pánico da pensar en que en esas naves no se respetaba la separación entre animales y restos contaminados y las carnes que luego eran vendidas y consumidas.

Tampoco hay que ser animalista para compadecerse de las pobres reses que iban plenamente conscientes al sacrificio, cuando tenían que haber sido previamente aturdidas.

El caso del matadero municipal de Manacor no se ha judicializado, como los de Cárnicas Vicente o Miguel Socías Soler, pero no será el último en causarnos gran inquietud.

Compartir el artículo

stats