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Análisis

Mallorca tiene gravedad cero

Mallorca tiene gravedad cero

Mallorca ha obrado el prodigio de alcanzar la gravedad cero. Es decir, no tiene ningún peso en el concierto estatal. Rajoy detalla con primor desde la tribuna del Congreso hasta las mejoras en las carreteras comarcales canarias, sin una mención piadosa a los mallorquines.

La ingravidez desplaza a Mallorca a la situación de los territorios anexionados de ultramar, a los que se concede galantemente el derecho de ciudadanía mientras no molesten. La economía extractiva estatal despoja a una parte de los nativos de beneficios salariales como la carrera profesionalcomo la carrera profesional, y les priva a todos de un descuento en el transporte.

Ninguna afrenta es grave en Mallorca, no alcanza el tirón gravitatorio suficiente para suscitar una respuesta social organizada. Hasta Cataluña rentabilizará su insurrección imaginaria, apoyada por la mitad de los votantes. En la isla ingrávida, la protesta ante la explotación ni siquiera propaga un eco minoritario.

La carrera profesional le sale a pagar a la mayoría de mallorquines, no incursos en profesiones sanitarias. Miembros del Govern de indudable pedigrí izquierdista disienten de un sobresueldo que consideran injustificado. Los trabajadores privados no perciben una remuneración elevada e invariable, por una formación continua que necesita de menor acreditación que el máster de Cifuentes, y que es imprescindible en todas las profesiones.

Mientras los médicos castellanomandantes refutaban la constitucionalidad de un nivel mínimo de catalán vinculado a un sobresueldo, su Gobierno favorito les resta la paga entera por inconstitucional, y les libra así de aprender el idioma infame. Por supuesto, al PP de los sobresueldos de Bárcenas no le molestan las bufandas salariales. Se debate aquí si los mallorquines han de votar los presupuestos de Rajoy que les castigan a gastos suplementarios, y encima pagar un plus por apoyarlos. Nadie dijo que la ingravidez saldría barata.

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