El Pacto ya tiene diseñada su estrategia de supervivencia hasta 2019: el patadón al frente. A riesgo para la izquierda de ser desahuciados del poder en el próximo año y medio, deja la resolución de las patatas más calientes para dentro de dos años. O el Pacto ha viajado al futuro y se ha visto ganador o la estratagema es muy osada. Les conviene que sea lo primero. Aunque Francina Armengol tiene mejores estrategas que los que tuvo José Ramón Bauzá, cabe recordar que a falta de un año y medio para los comicios de 2015, el PP también se veía repitiendo. Y el resto de la historia es ya conocido.
El tira y afloja entre PSIB y Més por la exigencia del catalán en la sanidad dejó el requisito al personal sanitario para dentro de dos años. Aunque la maniobra funciona para desactivar la movilización del sector y los argumentos de la oposición, también implica que si la izquierda no repite, serán PP y Ciudadanos quienes decidirán si los mallorquines tienen derecho a que el médico les atienda en su lengua.
Ahora, el Plan Territorial (PTM), la principal herramienta para regular el urbanismo en la isla, vuelve a dividir a socialistas y ecosoberanistas y Territorio ya avisa de que lo dejará para la próxima legislatura. Como ocurrió con el catalán, Més se encuentra con el tema territorial ante una de las banderas a las que no puede renunciar si no quiere ser abandonado por un electorado que en estos momentos no le sobra; y el PSIB ve el endurecimiento de los requisitos para construir en suelo rústico una medida que el PP, o incluso el Pi, pueden convertir en munición a un año de las elecciones. Por ello, además de por el tiempo necesario para contar los coches de la isla pueblo a pueblo, otra vez nos vamos a la próxima legislatura. Es la traducción política de una expresión tan mallorquina como ja ho arreglarem.
