Fundación Nemo, entidad nacida con la voluntad de convertirse en un punto de apoyo y asesoramiento para las personas con diversidad funcional y sus familias, ha atendido en su primer año de actividad a 170 usuarios: 160 menores y diez adultos.

"Desde que iniciamos nuestra actividad en enero de 2017 las peticiones de valoración y atención a niños con diversidad funcional y a sus familias ha sido constante. Empezamos ofreciendo tratamiento neurorehabilitador a 50 chicos y acabamos el año con 170 pacientes", explica Verónica Espinar, gerente de la fundación.

La actividad de la Fundación Nemo se sustenta en tres pilares: el centro Nemo, la Plataforma Nemo y las becas Nemo. El centro Nemo es un espacio pionero donde se ofrecen tratamientos de neurorehabilitación, trabajando de forma interdisciplinar con las metodologías más actuales y basadas en la neuro-plasticidad cerebral. "Creemos en el potencial de cada persona y nos esforzamos en conseguir su máxima funcionalidad e independencia", recalca Espinar.

Por su parte, la plataforma Nemo constituyó un punto de encuentro para familias que quieran compartir experiencias, obtener asesoramiento para acceder a ayudas y subvenciones de las distintas administraciones, cumplimentar trámites burocráticos y trabajar en la inclusión educativa, laboral y social.

En cuanto a las becas Nemo, suponen una oportunidad de obtener fondos económicos para poner al alcance de todos los mejores tratamientos en el Centro Nemo. "No queremos que el dinero sea un obstáculo a la hora de que un niño pueda acceder a las terapias que requiere", recalca Leonor Félix, presidenta de Fundación Nemo.

Asimismo, la fundación ofrece asesoramiento jurídico y legal a las familias con personas dependientes. Para poder llevar a cabo su labor, Fundación Nemo cuenta con un equipo multidisciplinar formado por fisioterapeutas, logopedas, terapeutas ocupacionales, neuropsicólogos, trabajador social, musicoterapeutas, psicomotricistas, optometristas , nutricionistas y personal especializado en el método Anat Baniel en el que se utilizan las manos para comunicarse con el cerebro del niño.