La prensa jamás ha sido el cuarto poder, pero el periodismo es una profesión poderosa. Otorga a quien la ejerce el poder del conocimiento, el de la emoción y el de la pasión. En casi cuatro décadas de trabajo en prensa, radio y algo de televisión he llorado, he reído, he sufrido por una noticia frustrada, he vivido historias dignas de una película, he disfrutado por el mero hecho de contar una noticia. Ha habido momentos muy malos. Y fracasos. Pero lo mejor de la memoria es su capacidad de olvido, de situar en la parte superior del expediente los buenos momentos y meter los malos en un rincón inaccesible.

Solo una vez en mi vida me he emborrachado. Fue una tarde de un sábado de noviembre de 1982. Hacía una semana que el yate Orgía había desaparecido durante una travesía entre Menorca y Mallorca. A bordo iban Toni Torres, Carlos Linares, Francisco Terrasa y Benito Morell. Ese sábado se dijo que un pesquero marroquí había rescatado a los tripulantes. La esposa de Torres, embarazada, y sus amigos brindaban por el final feliz de la historia. Desde Radio Popular les entrevistaba en directo al mismo tiempo que hablaba con los cónsules españoles del norte de África. No sabían nada de la aparición de un yate español. La alegría se esfumó. Por primera y única vez en mi vida sentí la necesidad de ahogar la pena en alcohol.

En cambio hay historias vividas desde Diario de Mallorca que arrancan una sonrisa de principio a fin. A Marisa Goñi le pasaron las facturas, depositadas en el Parlament, de un viaje del Govern de Jaume Matas a Moscú. Unos gastos sin importancia aparente. Para desgracia de los expedicionarios, el dibujante Pau Rodríguez estudiaba ruso y al enseñarle los documentos le extrañó que un grupo de políticos cargaran a los ciudadanos sus gastos en un local llamado Teatro Erótico Rasputín. Así nació el caso Rasputín, que provocó la dimisión de un director general, que se disparara la lectura de diariodemallorca.es en Rusia y que las emisoras rescataran del baúl de los recuerdos la canción de Boney M.

Las informaciones de Diario de Mallorca interesaron en otros países. Concretamente en EE UU. Con gran intensidad en la ciudad de Langley (Virginia), sede de la CIA. El 12 de marzo de 2005, Matías Vallés se acercó a la redacción con una noticia que dio la vuelta al mundo: aviones de la CIA utilizaban Son Sant Joan para sus operaciones de secuestros ilegales y traslados a cárceles secretas de presuntos terroristas. El periódico aportó datos sobre los aviones usados, los destinos y procedencias de los vuelos y hasta los placeres que se concedían los duros agentes norteamericanos durante las esperas en hoteles de lujo de la isla. Vallés, Marisa Goñi y Felipe Armendáriz ganaron el premio Ortega y Gasset por esta investigación. Vivir estos momentos no tiene precio.

Un día José Jaume trajo unos papeles muy curiosos a la redacción. Probaban que Jaume Matas destinaba dinero y otros recursos públicos para captar votos en el extranjero. Fueron años duros. No en vano el político hoy pluricondenado era entonces ministro. Ahora puede contarse una anécdota sobre la investigación. Algunas personas aseguraban que un manuscrito era del puño y letra de Matas, pero otras lo refutaban. El asunto había quedado un poco aparcado hasta que un día me crucé en la calle con Joan Verger, político de raza del PP y expresidente del Consell, fallecido hace unos años. Se burló de mí: "Parecéis tontos, ¿no os habéis dado cuenta de que estos papeles que publicáis los ha escrito Jaume?". La búsqueda se reactivó y un perito calígrafo certificó que Matas había diseñado el plan de su puño y letra.

Podría seguir narrando casualidades, trucos o soplos que permitieron localizar delincuentes, entrevistar personajes célebres o publicar documentos que se pretendía destruir. También de fracasos. De errores de valoración. De demoras que hicieron que la competencia se nos adelantara. Pero cuando los amigos se despiden, rememoran los buenos momentos y no los malos. Hoy es el día que La fiesta en paz baja el telón después de más de quince años publicándose. Se acaba con dos deseos: que sigan la paz y la fiesta.