Mientras el PP denuncia que el Govern obligará a los médicos que no sepan catalán a abandonar las islas, la realidad que nos encontramos es que el IB-Salut.
Es decir: a día de hoy el Govern excluye de la sanidad pública a los médicos que saben catalán, y no al revés. Lo que tal vez venga por decreto el día que gobierne Ciudadanos, desde el Consolat o desde la Moncloa, a día de hoy sólo se trata de un error administrativo. Al menos, la segunda parte. Si bien puede tranquilizar desde el punto de vista de la igualdad de las lenguas cooficiales de esta comunidad, preocupa que en una sola contratación la gerencia de Son Espases: por una parte, no haber tenido en cuenta el B2 del aspirante, y por otra haberlo dejado fuera pensando que no lo tenía aún siendo el único, cuando el eslogan es que no quedarán plazas sin cubrir por el requisito. De modo que o bien tenemos un Govern que miente o bien la vida de muchos mallorquines depende de un hospital que comete demasiados errores de una sola tacada. Ambas cosas preocupantes.
A todo esto, el doctor Víctor González, natural de Galicia, es una prueba más de que quien está capacitado para ser neurocirujano no tiene mayores dificultades en poder superar el examen para obtener la acreditación del B2 de catalán y entender el idioma aunque luego no lo hable con soltura. Algo que nadie le ha pedido ni le pedirá en esta forma tan peculiar para imponer una lengua.
Dicen que las lenguas no salvan vidas, pero no acuda usted a urgencias a explicar sus dolencias en élfico. Por si acaso.
