Baltasar Picornell 'Balti' cumple un año como presidente del Parlament. Lejos de la polémica que rodeó a su predecesora, el segundo intento de Podemos de presidir con calma la cámara balear después de la accidentada salida de la expulsada Xelo Huertas ha sobrevivido a su primer año sin demasiados rasguños. Sin embargo, el hombre que se convirtió en segunda autoridad de Baleares reivindicando ser carpintero metálico, tampoco ha evitado en este primer año marcar perfil propio con algunas polémicas incluidas y "sin renunciar a ser Balti".

Se convirtió en presidente del Parlament entre dudas del Pacto. El entonces secretario general de Podemos, Alberto Jarabo, apostó por el de Felanitx con las reticencias de PSIB y Més, especialmente de los socialistas, al no ver garantías de que no se repitieran los episodios protagonizados por la también nombrada por Podemos Xelo Huertas. Lo aceptaron pensando que sería un hombre de paja que se ceñiría a las directrices de su partido. No ha sido así.

Se estrenó recogiéndose la melena pero sin dejar sus zapatillas Converse y desde un primer momento y no siempre con acierto, se ha esforzado en demostrar criterio propio. Empezó con mal pie desalojando a los periodistas del hemiciclo en un episodio que chirrió con un presidente que tomó posesión con la transparencia como bandera. Agarrándose al reglamento para proteger el "decoro" del popular Álvaro Gijón en un debate sobre su implicación en el caso Cursach, se enfrentó a los suyos aunque finalmente admitió el error señalando que "errar es humano". Sin embargo, las discrepancias de la bancada del Pacto con 'Balti' no han sido aisladas y en más de una ocasión ha sacado el látigo contra Podemos, Més y PSIB negando turno de alusiones, cerrando micros o pidiéndoles silencio.

No obstante, la oposición no lo ha visto así tildándolo en más de una ocasión de "sectario". Los primeros dardos los recibió por su negativa a sentar a las expulsadas Xelo Huertas y Montse Seijas en el gallinero del Pacto, en los escaños vacíos detrás de Més y mantenerlas entre PP y C's. Su "envidia"manifestada al proceso independentista catalán, su asistencia a la Diada en Barcelona o su invitación a la expresidenta del Parlament catalán Carme Forcadell a Palma también le han valido que el PP le invitara a "dimitir si no era capaz de ponerse el traje de presidente".

El joven al que la Guardia Civil tuvo que levantar de una sentada contra el correbou en Fornalutx no se puso traje pero sí americana para el momento que todo el mundo esperaba: su recepción con el Rey en la Almudaina. El presidente republicano del Parlament entregó a Felipe VI un libro sobre Aurora Picornell, víctima del franquismo, con una dedicatoria en la que reclamaba al monarca "devolver la dignidad a las víctimas". A los pocos meses bromeaba con un vídeo en las redes con la candidata a liderar su partido a la que dio apoyo, Laura Camargo, en el que hablaba de "un amigo" interesado en involucrarse en Podemos que al final del vídeo resultaba ser el Rey.

Este miércoles ha hecho balance de ese primer año "orgulloso de haber asumido este reto sin renunciar a ser el Balti de siempre". "Se puede continuar siendo uno mismo y representar las islas de una manera cercana y dialogante", ha explicado. "Creo humildemente que hace unos años una presidencia así no habría sido posible y por ellos estoy muy agradecido que se me haya dado la oportunidad de personificarla", ha añadido.