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La fiesta en paz

Catalina Soler tira al pichón

La senadora del PP entra en contradicción con sus correligionarios al afirmar que su partido volverá a autorizar la matanza de palomas por diversión

Catalina Soler cogió su fusil contra el bienestar animal.

Algunos políticos están dispuestos a decir cualquier tontería si creen que les ayudará a cazar un voto. La senadora del Partido Popular Catalina Soler es uno de ellos. El pasado jueves leyó una información de Diario de Mallorca en la que se contaba que el campeonato de Balears de tiro pichón se traslada a Valencia para eludir la Ley de Bienestar Animal, que prohíbe está práctica las islas.

Soler cargó la escopeta y disparó a discreción contra el Govern de rojos y separatistas que, equivocadamente, eligieron los electores de Balears. Habló de "absoluta indefensión" del colectivo cinegético (este escribidor creía que los escopeteros disparaban a las palomas y desconocía que fuera al revés). Sostuvo con vehemencia que el Govern se dedica a "coartar las libertades de los ciudadanos" con leyes como esta (deduzco que la señora Soler milita en la poderosa Asociación del Rifle de los Estados Unidos). También criticó la extinción "de tradiciones de gran arraigo" (entendí que equiparaba la sangría de aves con el ball de bot, con los Cavallets, con los Cossiers o con los dimonis de Sant Antoni).

Aseguró que el PP derogará todos los artículos de la ley impulsada por la exdiputada autonómica Margalida Capellà que afectan a la actividad cinegética. Se abstuvo de asegurar que la abolición de la norma se producirá en 2019, signo inequívoco de que no las tiene todas consigo sobre el resultado que arrojen las urnas en las elecciones autonómicas.

Podría argumentársele a la senadora mallorquina que en estas competiciones, nunca deportes, se matan miles de pichones por mera diversión. Podría explicársele que cada año se usaban unas 3.000 palomas y codornices en las islas, unas 450.000 en toda España. Se le podría contar que, pese a que los humanos usan escopetas, minan las posibilidades de salvación de las aves arrancándoles la cola y lanzándolas desde una máquina que las aturde. Una lid absolutamente desigual.

No es probable que la locuaz senadora se deje influir por sensiblerías como las antes escritas. Solo las defienden asociaciones ecologistas y de veterinarios. Pero quizás se muestre algo más receptiva si se le recuerda que en septiembre del año pasado la Xunta de Galicia, presidida por su correligionario Alberto Núñez Feijóo, prohibió estas matanzas y amenaza con multas de hasta 30.000 euros a quienes infrinjan la norma. Por tanto, Núñez Feijóo es, según Catalina Soler, un señor que se dedica a acosar a los cazadores y un prohibicionista que insulta a los aficionados que disparan contra estas aves, símbolo de la paz desde el Antiguo Testamento a Pablo Picasso.

Por si uno de los aspirantes a suceder a Mariano Rajoy no es autoridad suficiente, se le puede recordar a la senadora de Felanitx que el tiro pichón ya se prohibió en Canarias en 1991 por iniciativa del diputado del Partido Popular Miguel Cabrera. En Murcia, donde gobierna Fernando López Miras del PP con el apoyo de Ciudadanos, se aprobó el pasado mes de septiembre una ley que también prohíbe estas masacres. La lista podría ser más larga, pero tampoco se trata de agobiar a la señora Soler.

Miguel Delibes escribió que "cazar no es matar, sino derribar piezas difíciles tras dura competencia". Ninguna de las cualidades del buen cazador defendidas por el escritor asoma en la práctica del tiro pichón.

Lo que sorprende de la senadora del PP son dos cuestiones. La primera es que sea incapaz de evolucionar al compás de los tiempos actuales. La sociedad actual sabe que tiene muchas posibilidades de entretenimiento y de practicar deportes sin necesidad de causar sufrimiento. Hacer una defensa cerrada de una actividad tan sangrienta parece más propio de un político del siglo XIX que de uno del XXI.

La segunda es que la caza del voto tiene límites, los que impone la coherencia. No se puede arremeter con saña contra un gobierno por aplicar una determinada medida si es la misma que defiende tu partido en otros territorios. La incoherencia no es más que el primer paso hacia la demagogia.

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