Los años de crisis económica y escasez de trabajo han sido época abonada para desaprensivos y oportunistas. Tuercas apretadas en la triple dirección de la necesidad del sustento, el maquillaje de la realidad y el menosprecio de la dignidad laboral. Esto es lo que hay, lo tomás o lo dejas. Si no te interesa, hay una larga cola esperando por el puesto. Esta ha sido, en muchos casos, la dinámica de la relación empresario-trabajador.
Los falsos autónomos han protagonizado muchos episodios de adulteración del mercado laboral. Trabajadores por cuenta ajena que oficialmente lo eran por causa propia. La deformación no ha arrancado siempre desde la parte empresarial, algunos operarios han exprimido también esta vía de camuflaje. Lo que ha sido de dominio y conocimiento público recibe ahora la reprimenda oficial. Inspección de Trabajo sanciona y los tribunales declaran ilegales a los falsos autónomos. Tarde, una vez más.
