Si la Administración considera que es "una decisión correcta" mantener abierto durante 21 días un local en el que se ha detectado un foco de hepatitis A, mientras los casos crecen de 3 a 33, deberemos llegar a la conclusión de que la infección mayor está en el entramado burocrático y funcionarial que vela por la salud pública. Triste diagnóstico porque nos deja a todos, trabajadores y clientes que siempre acabamos siendo, bajo los riesgos de la intemperie por falta de prevención y de reparación.
No es un alivio contemplar que la Administración permanece tranquila cuando ella misma es consciente de que adolece de falta de información, ni siquiera puede acreditar si los trabajadores del restaurante están formados en manipulación de alimentos y aún más, se muestra tacaña en vacunastacaña en vacunas y es incapaz de reconocer a los curados de la hepatitis originada en el restaurante palmesano. Esta actitud de la Conselleria desvela que ni siquiera se plantea la conveniencia de cambiar los protocolos de actuación ante emergencias parecidas. Otro riesgo y otro motivo de preocupación.
Lo lógico sería que lo ocurrido en Can Terra obligara a replantear y revisar muchas cosas y no conformarse con admitir vómitos irrefrenables y tolerar la remisión de contagios a la península. Las explicaciones de la directora de Salud Pública se revelan más destinadas a la autojustificación que al diagnóstico y reparación de un altercado sanitario.
