El juicio contra el excura de Selva, Antoni Cano, ha quedado esta mañana visto para sentencia y la fiscalía ha mantenido su propuesta de tres años de prisión contra el religioso, al que acusa de abusar sexualente de una niña de doce años. La acusación particular, que representa al padre de la menor, también pide cárcel para el religioso.

En su informe ante el tribual, la fiscal ha reconocido "un mar de fondo" entre el padre de la menor y el cura, ya que también le acusó de haber abusado de él en su etapa como monaguillo. Sin embargo, la acusación cree como cierta la versión de la menor, que ha relatado que el sacerdote la tocó cuando se acostó con él e su misma cama. Y cree que cuenta la verdad porque asó lo han acreditado las psicólogas, que tienen la experiencia suficiente para detectar si una niña que denuncia un abuso sexual miente o cuenta la verdad. La acusación particular se pronunció en el mismo sentido, rechazando que la denuncia de la menor responda a una venganza del padre.

La defensa, en cambio, mantiene que detrás de la denuncia a Antoni Cano existe un móvil económico, ya que el padre le exigió al sacerdote que le pagara 60.000 euros y cuando no quiso pagarle le amenazó con denunciar que había abusado de su hija.

El sacerdote ha aprovechado el turno de última palabra para insistir en que nunca tocó a la menor. Dirigiéndose al juez aseguró que "si usted fuera el obispo juraría ante los santos sacramentos que nunca he tocado a la niña". El sacerdote se mostró muy dolido "como ersona y como sacerdote" por la acusación de que abusó de una niña. "Jamás he tocado a una niña en la barriga, ni siquiera a mis propias sobrinas. Con el corazón en la mano, si fuera culpable bajaría la cabeza y reconocería la debilidad, pero no ha sido así". El sacerdote, al quien el anterior obispo anterior prohibió oficiar misa, insiste en que ha sido víctima de una venganza.