La sola divulgación de la oferta de fusión por absorción de Barceló a NH disparó la cotización de la segunda empresa, desde los cinco euros hasta superar la barrera de los seis. Es decir, los accionistas han podido vender con un veinte por ciento de beneficio.
El brusco rechazo de la oferta de la empresa mallorquina, redactado con un lenguaje voluntariamente desagradable y de confrontación, implica en realidad un desafío bursátil. "Los mercados nos absolverán", ha enunciado NH en una invocación castrista. En efecto, la evolución de la cotización a partir de hoy mismo permitirá determinar si el inversor castiga la autosuficiencia de la segunda cadena española, abandonándola a su suerte. O si por el contrario, se mantiene el influjo benéfico por la presencia de postores.
Para suavizar el arbitraje inapelable de la Bolsa, la cadena que recibió la oferta podría haber elegido una fórmula de transición. De hecho, en los cuarteles de la empresa mallorquina no ha sorprendido una negativa que tenían amortizada, porque no concedían más de un diez por ciento de virtualidad al redondeo de la operación. El asombro ha surgido ante la categórica oposición de NH a entablar negociaciones.
La cadena en venta, pues admite "el análisis de otras futuras oportunidades", pudo suavizar el impacto de su hostilidad prestándose a iniciar conversaciones con Barceló. El Consejo de Administración habría simulado un cierto interés, para torpedear después la fusión desde dentro hasta hacerla inviable. Han elegido en cambio la vía radical, desde un órgano colegiado de representatividad limitada, porque los consejeros de NH actúan en nombre de menos del treinta por ciento del accionariado.
La frustrada compraventa sella un nuevo capítulo del eterno conflicto entre la cúpula gestora de las grandes empresas y una propiedad desvinculada del día a día. Los copresidentes y el consejero delegado de NH hubieran perdido su cargo de haberse sustanciado la operación a la mallorquina.
