Mientras hay personas que aún no tiran los residuos por separado para su reciclaje, otras han subido un peldaño más en su nivel de concienciación sobre la residuos. Han ido más allá partiendo de la idea de que la mejor basura es la que no se genera. Son los seguidores de la filosofía zero waste (desperdicios cero) y su objetivo es reducir a la mínima expresión posible sus residuos.

Mientras las administraciones van dando pasitos (el Consell asegura que la reducción será clave en el nuevo Plan Director de Residuos), algunos ciudadanos se movilizan, se unen e intercambian recomendaciones para reducir al máximo su consumo (especialmente de plásticos) y sus desperdicios. “En cuanto comienzas a fijarte en los residuos que generas, ya no puedes dejar de plantearte cómo consumes”, apunta el mallorquín Ferran Rosa, residente en Bruselas y trabajador en la ONG Zero Waste Europe.

Esta entidad de ámbito europeo tiene tres líneas de trabajo: intentar concienciar e impulsar alternativas de consumo; trabajar con los municipios para detectar y difundir buenas prácticas (Rosa destaca el ejemplo de Esporles); y hacer trabajo de lobby para influir en la legislación comunitaria.

Rosa asegura que no es tan difícil introducir cambios para reducir los residuos: “Es cuestión de organizarse y estar un poco pendiente”. Da una serie de consejos para iniciarse, que se complementan con los que comparten cada día los miembros del grupo de Facebook Zero Waste España, donde también se recomiendan locales que favorecen este consumo responsable.

Cómo consumir

Comprar menos, reparar más

Para Ferran Rosa, una de las primeras cosas que hay que hacer es replantearse cómo compramos, saber planificar “y prescindir de lo superfluo”. Antes de comprar nada, preguntarnos si realmente lo necesitamos.

Si el producto nuevo es para sustituir otro que se ha estropeado (como una pieza de ropa que se ha roto) , plantearse si es posible repararlo antes de comprar un sustituto: “Esa idea de reparar se ha perdido”, indica Rosa, “cuando se ahorran muchos residuos”.

Otra idea básica es comprar todo lo posible de segunda mano, alargando así la vida útil de ropa, muebles y electrodomésticos. Rosa señala el caso de las prendas bebés y niños pequeños, que se usan muy poco dado lo rápido que crecen los infantes. En Bruselas, explica, hay redes de consumidores que la alquilan. En Mallorca, no hemos llegado a este punto, pero sí hay cada vez más tiendas de productos infantiles de segunda mano, como Casinuevobebé.

Para los adultos hay muchas opciones también, como los locales del Ejército de Salvación, tiendas como Rita, Sèrie B, Seattle, Quint o Deixalles, donde también pueden encontrarse muebles y otros enseres, como en Marginàlia, de Can Gazà. Los mercadillos (de los de toda la vida de los pueblos al Tira’m els trastos o Sant Rescat de Palma) son otra alternativa.

Hacer y no comprar

De pasta de dientes a detergente

“Cada vez hay más gente interesada en saber hacer cosas por uno mismo”, indica el joven. En el grupo de Zero Waste hay muchas pruebas de ello ya que se comparten muchos recetas para hacer todo tipo productos de higiene personal o para el hogar: de detergente a pasta de dientes o colutorio.

“Antes se hacían muchos productos en casa, con vinagre, y a niveles europeos se está volviendo, hay mucha gente reconectando con eso”, indica. Y no solo productos de limpieza, los habilidosos presumen de hacer hasta sus propios discos desmaquillantes para sustituir a los de algodón, por poner solo un ejemplo.

Bolsas y envases

En retroceso

Sustituir las bolsas de plástico por otras de tela puede ser el hábito zero waste más extendido por el momento.

El hecho que se cobre por su uso ha ayudado a que cada vez más consumidores lleven sus senallas, bolsas de tela o rafia a las tiendas, aunque aún hay trabajo: el sector comercial de Mallorca usa 100 millones de bolsas.

Respecto a las que se usan para meter la fruta y la verdura en los supermercados hay menos concienciación. Hay compradores que prescinden de esta bolsita cuando cogen una sola pieza (ponen la pegatina directamente sobre ella), pero aún no es habitual encontrarse consumidores que lleve sus propias bolsas de tela también para esto. O sus propios túppers para llevarse el género de la carnicería o pescadería.

¿Permiten los comercios que el cliente lleven sus propias bolsas para estos productos? Los zero wasters se han encontrado todo tipo de respuestas en diferentes tiendas y grandes superficies, aunque en mercados y comercios pequeños no suele haber problema.

Otra de las recomendaciones es comprar lo que se pueda a granel, como por ejemplo legumbres y frutos secos. En tiendas como Biokalma se da esta posibilidad.

Agua

Pasar de las botellas de plástico

Encontrar mallorquines que beban agua del grifo es un hito. Balears es una de las comunidades que más agua envasada compra (es el producto número en ventas de Amazon en el archipiélago), aunque hay alternativas que no implican tanto residuo plástico, como jarras con filtros o sistemas de osmosis.

Para consumir agua fuera de casa, los zero wasters usan cantimploras, termos o botellas reutilizables. Otro hábito fácil de introducir es no usar pajitas para beber.

Compost

Reutilizar lo orgánico

Además de fijarse en el plástico, los residuos orgánicos también pueden desecharse mejor y aprovecharse aunque se viva en la ciudad. Ferran Rosa señala que hay vecinos que se organizan para hacer compost en cada barrio y asegura que “con un jardín o una terraza ya se puede hacer compost”.