A pesar de que se ha puesto en duda por las defensas la declaración de la madame, el juez Penalva está convencido de que la agenda que entregó la testigo número 31, que situaría a José María Rodríguez y a Álvaro Gijón como clientes habituales del burdel de la calle Lluis Martí, responde a la realidad. Y eso con independencia de la valoración que después haga el tribunal que debe juzgar el caso Cursach sobre esta prueba.

Penalva desvela que no solo se dispone de la declaración de la madame, sino que también se ha tomado declaración a otras dos mujeres que en su día trabajaron como prostitutas en este burdel de Palma.

Estas mujeres, que no conocen de nada a la madame, pues trabajaron en el prostíbulo antes de que lo hiciera la mujer, han confirmado también que "se llevaba una agenda".

Una de estas mujeres, que es extranjera, ha realizado una descripción de la vivienda donde se ejercía la prostitución casi identifica a la que hizo después la testigo protegida número 31. Es decir, describe que se trataba de un piso con tres habitaciones y varios baños, pero lo más importante es que había una puerta con un cristal opaco, desde la que se podía observar a los clientes, sin ser vistas. Sobre el documento escrito señaló que la encargada del negocio, la fallecida Alicia, "llevaba una agenda, en la que iba anotando cada día el nombre de la chica, los servicios que hacían y lo que consumían los clientes". Además, también anotaba "los números de teléfono de clientes a los que llamaba cuando llegaba alguna chica famosa o muy llamativa".

Esta mujer que ejerció la prostitución también detalló que solía hacer salidas a discotecas y en concreto iba con frecuencia a la sala Vip de Tito's, donde varios testigos han confirmado que se organizaban fiestas sexuales en homenaje a los policías locales".

Penalva detalla que la existencia de la famosa agenda de datos fue corroborada después por una segunda testigo, que también ejerció de prostituta en el club Palmachic.

Esta mujer terminó siendo encargada del negocio y confirmó que se llevaba una agenda, como también habían explicado su antigua compañera y la testigo número 31. Asimismo, confirmó que había participado en algunas de estas fiestas organizadas en la discoteca del grupo Cursach, si bien desconocía que los asistentes fueran policías locales. Esta antigua encargada del prostíbulo detalló que este cuaderno le servía para anotar los servicios que hacía cada una de las chicas, para luego concretar el dinero que debía pagar a cada una de ellas. También se escribía, como describió la madame, las bebidas que en ocasiones se pedían desde las habitaciones.

El juez detalla estos datos para demostrar el motivo por el que se le ha dado valor como prueba a este documento. Y también se defiende de las graves acusaciones que han vertido algunos abogados, en el sentido de que han dicho que Penalva sabía que la agenda era falsa y, aún así, se ha aceptado como prueba.

El magistrado reconoce que existe una cierta polémica sobre la fecha de esta agenda, dado que la madame la sitúa en una fecha en la que su socia ya había fallecido. El juez cree, y así lo señala por escrito, que la testigo número 31 se confunda con las fechas y que el documento se hubiera escrito antes de que hubiera fallecido la llamada Alicia.