Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Opinión

Nuevo plan a la vista

Nuevo plan a la vista

A estas alturas de la vida política y administrativa, lo menos que cabía esperar que hubiesen aprendido las autoridades con mando en plazo y competencias que atender es que las intenciones no se anuncian. En particular, si dichas intenciones afectan al cambio de los criterios que rigen el urbanismo. La razón que existe para predicar con el ejemplo de la discreción es que los posibles afectados por el cambio, cuando éste supone (como casi siempre sucede) el limitar las posibilidades de aprovechamiento del suelo y aumentar los controles para garantizar que nadie se desmadre, tales afectados, digo, corren a presentar un proyecto en la ventanilla reglamentaria antes de que el nuevo plan entre en vigor. Son tantas las veces que ha sucedido eso que no cabe pensar que en el mundo de la administración pública haya nadie con dos dedos de frente que no esté al tanto.

Este diario ha tenido acceso al documento en el que el Consell Insular de Mallorca plantea cambios de cierta importancia en la revisión del Plan Territorial de Mallorca. Y las líneas maestras del nuevo plan apuntan a que se piensan establecer topes muy estrictos al crecimiento urbanístico. Nada nuevo tampoco bajo el cielo, ya que todos y cada uno de los cambios que se han querido hacer para poner un poco de orden en el desmadre de la construcción en la isla han ido siempre por esas mismas vías. Con la diferencia de que cada vez se sabe mejor cuáles son los agujeros de la norma que aprovechan ayuntamientos y vecinos para saltarse las limitaciones que se quieren levantar. En el caso que nos ocupa, la última norma urbanística superior de Mallorca, la de las Directrices de Ordenación Superior del Territorio (las DOT) que se remontan a finales de la década de los 80 del siglo pasado fijaban un límite al crecimiento del casco urbano para los pueblos de un 10%. Esa cota máxima se rebajó a un 4% mediante el Plan Territorial de 2005. Pero, como se explica en estas páginas, la gran mayoría de los pueblos se saltó a la torera la rebaja del crecimiento mediante el recurso bien sencillo de remolonear a la hora de tener que adaptar sus planteamientos urbanísticos al Plan Territorial.

El Consell de Mallorca quiere evitar un nuevo fiasco estableciendo cupos cerrados que asignen un determinado uso del suelo para cada localidad y limitando a 250 metros cuadrados la edificabilidad en suelo rústico sin tocar, eso sí, la superficie de la parcela mínima para poder construir: 1,4 hectáreas, como antes. Pues bien; quienes acostumbran a ignorar las normas saben de sobras que no es nada difícil que un nuevo agujero sirva para convertir en papel mojado los cupos. Pero hay quienes dudan de esa eficacia, a mi entender ilimitada, de la picaresca y, en semejante tesitura, lo que procede es adelantarse a la aprobación del nuevo plan revisado.

Como decía al principio, irse de la lengua anunciando el cambio lleva a que se multipliquen las licencias que se piden como seguro a todo riesgo. Y no puede decirse que el culpable de las filtraciones sea este periódico, que se limita a dar fe de lo que es ya un hecho de conocimiento generalizado. De la media anual de 250 licencias en suelo rústico en Mallorca se ha pasado en 2017 a 400. Un 60% más. Quien crea que es una casualidad, merece el óscar a la ingenuidad militante. Y quien todavía no entienda que anunciando los cambios de los planes urbanísticos pasa lo que está sucediendo ahora, lo mejor que puede hacer es irse a su casa.

Compartir el artículo

stats