Como en las mejores obras, lo mejor se dejó para el final. La presentación en Mallorca del libro que ha escrito Pilar Urbano sobre el caso Nóos y sobre la estrategia de salvar a la Infanta estrategia de salvar a la Infantapara que no se sentara en el banquillo, terminó con un caluroso aplauso al juez Castro, auténtico protagonista de esta historia de corrupción que ha marcado la reciente historia de España.

Pilar Urbano eligió el club DIARIO de MALLORCA para presentar su libro titulado La pieza 25, operación salvar a la Infanta. Y la conocida escritora contó al público lo que narra en su obra y lo que no escribe, como episodios que se produjeron durante el juicio. A la presentación acudió el juez Castro, acompañado de sus familiares y de sus amigos. Entre el público también había policías que intervinieron en la investigación. La presentación del libro la hizo el exconseller Carles Manera, que desarrolló desde su cargo público un papel protagonista para que este caso se descubriera. Manera calificó el libro de "investigación precisa, cargada de datos contrastados" y también habló de la "codicia como variante económica que forma parte del género humano". El exconseller criticó la "impunidad" de la legislatura de Matas y aseguró que no le hizo falta levantar las alfombras para descubrir los casos de corrupción, "afloraban solos".

Urbano, sin un solo papel delante que le sirviera de guión, explicó que en este libro ha intentado contar lo que pasó "delante, pero sobre todo detrás del caso Nóos". Y después de una larga investigación, con cientos de entrevistas con los grandes protagonistas del caso, su conclusión era evidente: "existió una trama para salvar a la Infanta". La escritora no esconde su admiración por el juez (fue ella quien pidió al público que le dedicara un aplauso) y en cierta forma también reconoce el trabajo inicial que hizo el fiscal Horrach. Sin embargo, cree que fue "quien escribió la hoja de ruta de la operación para salvar a la Infanta y al final lo consiguió". Para la escritora, "el caso empezó como un duelo entre dos togas (juez y fiscal) y terminó con un complot del Estado para salvar a la Infanta". Urbano no evitó un solo adjetivo cuando criticó con dureza la figura de Cristina de Borbón y de su marido, Iñaki Urdangarin. Y tras pasar días y días analizando lo ocurrido, la escritora lo tiene muy claro: "la Infanta se hizo la tonta, porque tiene el aprendizaje de su padre, que durante 25 años se hizo el tonto ante Franco".

"Contestó que no le constaba cosas que estaban documentadas, pero es la gran cooperadora indispensable de la trama. Sin ella Urdangarin no habría podido delinquir. No pudo hacer nada de lo que hizo sin la ayuda de su mujer".

Para la escritora, el yerno del Rey Emérito se dejó llevar por su ambición y logró éxitos empresariales gracias a la ayuda de su suegro. "No logró entrar en la Universidad de Navarra por su bajo nivel de inglés y de matemáticas y, de pronto, se convierte en asesor de varias multinacionales. De la nada, pasó a saber de todo", detalló la autora de este libro.

En la presentación no guardó una sola crítica hacia la Casa Real y hacia la figura del anterior monarca en esta trama para evitar que su hija se sentara frente a un juez. "Se lo ordenó al presidente del Gobierno y a las primeras autoridades del Estado. El Rey no gobierna, pero solo levantando la ceja demuestra que sí manda".

En su detallado relato del papel del juez, para Urbano "Castro no fue a por la Infanta, pero actuó con la certeza de que ella tenía un papel destacado en la trama Nóosella tenía un papel destacado en la trama Nóos y estaba convencido de que tenía que llamarla para que le aclarara sus dudas". La escritora está convencida de que desde lo más alto del Estado, a través de la figura de Horrach, "que se convirtió de juez a abogado defensor", el juez tuvo que superar grandes dificultades para que se consiguiera lo que tenía muy claro, como es que la Infanta había intervenido en la trama Nóos y merecía sentarse en el banquillo. "Castro actuó como un juez recto e independiente".

También dedicó duras críticas a la figura del abogado que eligió el Rey para asumir la defensa de su hija, como fue el expolítico Miquel Roca. "Roca no se pone nunca la toga, se la puso para hablar con la prensa, pero no intervino en el juicio". Contó el intento de Roca, a través de un emisario, de tener un encuentro con el juez en un lugar apartado del juzgado, al que Castro se negó. "¿Qué tenía que decirle que no pudiera hacerlo en el juzgado"?, señaló Urbano.

Ante la pregunta de una persona del público detalló un episodio que no se conocía. "La Infanta se dirigió al abogado de Diego Torres y le preguntó qué debía hacer. González Peeters le dijo que siguiera los consejos de sus abogados. Le contestó que sus abogados no se enteraban de nada y, además, se los habían impuesto".

El papel del Rey

La mujer que ha escrito varios libros sobre episodios que han marcado la historia de España, tiene muy claro que detrás del enriquecimiento fulminante del matrimonio Urdangarin-Borbón está la figura del Rey Juan Carlos. "Estaba detrás de todo y enterado de todo. Pero no es culpable por haber intentado ayudar a su hija, el culpable es el que ha cometido el delito". Contó un encuentro que se celebró a los inicios del escándalo, en el que el Rey intervino para buscarle un abogado a su yerno para que le asesorara. Pidió ayuda al letrado Ignacio Oliva. "Cuando estuvo delante del Rey les dijo que para solucionar el caso tendrían que pagar dinero porque Urdangarin se había aprovechado de los fondos públicos. Pero el marido de la Infanta no quiso reconocer que había cometido ningún delito, como tampoco hace ahora su esposa". Urbano, ante otra pregunta del público, recordó el "préstamo o donación" que el Rey Juan Carlos realizó a su hija, facilitándole 1,2 millones para que se pudiera comprar el palacete de Barcelona. "¿Alguién ha explicado nunca de dónde venía ese dinero?", planteó la escritora, que recordó que el actual Rey Felipe fue el primero que le cuestionó a su hermana el alto nivel de vida que llevaba, poco acorde a su nivel de ingresos. "Si la Infanta y su marido estaban viviendo como reyes, ¿qué necesidad tenían de montar lo que montaron?. La palabra que lo explica es la codicia, porque Urdangarin no quería ser el marido de. Tengo muy claro que la Infanta sabía, conocía y consentía todo lo que estaba realizando su marido". Urbano firmó al público presente algunos ejemplares de su último libro.

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