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Análisis

Final a un cuento de princesa

Érase una vez, en un reino en medio del mar, vivía una princesa. De esas que lleva Maquillaje y que va de Picnic. El cuento de Maria Antònia Munar llega a su final. Como el confinamiento en celdas, mazmorras o torreones es recurrente en las historias de princesas, hace poco más de cuatro años, la mujer que fue todopoderosa en Mallorca y que decidió durante más de una década el color político del Govern, pisaba por primera vez la cárcel de Palma. Lo hacía sin asumir ninguna culpa y sin el más mínimo gesto de arrepentimiento.

En cuatro años se han escrito muchas páginas del cuento: autos, sumarios, escritos de acusación, sentencias y crónicas judiciales en los periódicos. En total, 14 años de prisión por delitos de corrupción para la expresidenta del Parlament y de un Consell a su imagen y semejanza.

Ahora, empieza el desenlace. Son Oms, que fue el primer caso denunciado por Fiscalía, es ya el penúltimo por el que será juzgada y Studio Media pondrá la guinda en unas semanas. Ha habido un giro en el relato y la princesa reconoce ahora sus corruptelas. A cambio, Fiscalía le perdona seis años más de prisión y cuatro millones de euros: sólo deberá pagar 68.000.

Habiendo recibido por la recalificación de los solares una bolsa con 400.000 euros en efectivo, más de uno verá la rebaja propia del Black Friday. Sin duda, la confesión sale rentable. Sin embargo, lo importante aquí es el relato, repasar las páginas con perspectiva y ver que la mujer que un día se sintió intocable suspira hoy por un permiso que le permita, tras cuatro años, poder pasar la Navidad en casa.

Y ahí está la moraleja de la que deben tomar nota quienes ahora o alguna vez se han sentido intocables. Que no todos los cuentos tienen final feliz.

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