El pasado lunes se celebró un consejo político de Més y el martes uno del PSM, formación mayoritaria en la coalición. Ambas reuniones tenían la finalidad de que el vicepresidente Biel Barceló explicara lo sucedido con las dimisiones de Pere Muñoz de la ATB, a raíz del caso Contratos, y de Pilar Carbonell por el caso Cursach.

El partido respaldó en todo momento la actuación de Barceló y le dijo que, pese a la ofensiva de la oposición, no debe dimitir. El propio Barceló comunicó a los miembros de su partido que se siente fuerte y con ganas de continuar, por lo que no se ha planteado en ningún momento presentar la dimisión.

El vicepresidente relató cómo se habían producido las dimisiones de Muñoz y de Carbonell, poniendo el cargo a disposición incluso antes de lo que marca el código ético. Biel Barceló aseguró que se habían tomado las máximas responsabilidades políticas.

Donde se produjeron discrepancias fue cuando algunos miembros de la cúpula nacionalista cuestionaron que tanto Muñoz como Carbonell hubieran dimitido antes de que se tomaran medidas judiciales más contundentes. Sin embargo, otros consideraron que era precisa su dimisión para no dañar la imagen del partido y del Govern.

Pese a ese respaldo de Més y del PSM, Biel Barceló tuvo que escuchar algunas voces que mostraron su preocupación por la imagen que transmite la conselleria de Turismo con el tema de los contratos con Garau y con la conversación de Carbonell con el número dos de Cursach. Le pidieron al vicepresidente una reacción para cambiar la dinámica de esta mala imagen.

Según fuentes consultadas, el propio Barceló admitió que la imagen no era la mejor y se comprometió a que, con su equipo en Turismo, impulsarán un cambio de dinámica que beneficie al partido nacionalista.