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Opinión

Paga la simpatía hacia Cursach

Por Matías VallésPilar Carbonell fue el fichaje estrella del Govern de Francina Armengol. Dado que Biel Barceló se concentró en las tareas de vicepresidente noctámbulo...

Paga la simpatía hacia Cursach

Pilar Carbonell fue el fichaje estrella del Govern de Francina Armengol. Dado que Biel Barceló se concentró en las tareas de vicepresidente noctámbulo, la empresaria asumió la conselleria de Turismo en la meca de dicha actividad.

Estos preliminares acentúan el estrépito de la caída de Carbonell, imputada en la madre de todas las corrupciones junto a José María Rodríguez o Álvaro Gijón. A nadie le importa el futuro que se ha labrado Pere Muñoz, o la suerte de otros directores generales de Barceló que deberían estar en la calle si alguien supiera que existen.

Carbonell no representó un viraje ideológico en una cartera turística gobernada por la transversalidad, con Jaume Cladera o Celestí Alomar como ejemplos de gestores envidiados a la vez por PP y PSOE.

Aunque es menos simpática de lo que dice, y también menos conservadora de lo que pensaban las celosas huestes de Més, la directora general defenestrada era un bofetón de Biel Barceló a los hoteleros. Los empresarios turísticos que blasfemaban el día del nombramiento, brindan hoy con champán. No es una buena noticia, pero la restauradora destituida es la única causante de su desgracia. La vida política no da tiempo para noviciados.La vida política no da tiempo para noviciados

La corrupción es un asunto a dilucidar en otros foros. Lo lacerante es la connivencia entre la máxima representante turística de los ciudadanos y un dudoso directivo privado, en una extensa y sumisa conversación donde el segundo imparte órdenes con el desparpajo de quien está acostumbrado a la obediencia de los gobernantes. Todo ello desde el despacho de un Govern de presuntas izquierdas.

Carbonell debía ser la única política que no leía los periódicos. Cuesta imaginar qué confidencia no le hubiera extraído Sbert, de haberla grabado el ejecutivo en vez de la policía. Refugiarse en la debilidad de la simpatía ecuménica, olvida que no mostraba la tradicional docilidad de los políticos locales hacia un poderoso vulgar, sino hacia el teórico ultracorrupto.

Carbonell le mostró su simpatía a Cursach, vía su lugarteniente. Pretender la normalidad del intercambio da idea de los canones éticos imperantes en la industria turística. Acostumbrado a encadenar desgracias, Barceló fue tibio en la defensa de anteayer. Confiaba en una prórroga inverosímil. Desperdició la iniciativa de una destitución previa, mínima muestra de autoridad. Y sí, hay una campaña contra el vicepresidente. La desarrollan los cargos que nombró con más libertad que acierto.

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