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Dos palabritas

La izquierda tampoco es tan pura

La historia reciente de este país demuestra que la corrupción es algo intrínseco a la condición humana y no entiende mucho de partidos políticos o ideología. En Balears se asocia inevitablemente a los gobiernos del PP de Matas y UM de Munar, pero si ellos fueron unos gestores especialmente venales se debió más bien a que tuvieron la oportunidad de forrarse y la casi certeza, en su momento, de que quedarían impunes. Y probablemente si en los sucesivos gobiernos del Pacto no han aflorado tantos casos de corrupción ha sido precisamente porque no han gobernado en las mismas condiciones. Porque han tenido que navegar en tiempos de crisis y cuando la sociedad más escaldada estaba por abusos anteriores. Y porque han sentido en sus nucas el aliento de los investigadores, que acababan de meter entre rejas a algunos de sus predecesores.

Pero no ha bastado para conservar la pureza de la izquierda. El gurú del PSM no tuvo reparo en sacar provecho de tener a sus colegas en Govern. Porque una cosa es ser de izquierdas y otra gilipollas, y a ver, para que se lo lleve otro, pues que me lo den a mí.

Y respecto a las gestiones de Carbonell para el grupo Cursachgestiones de Carbonell para el grupo Cursach, no deja de ser la constatación de hasta dónde alcanzaban los tentáculos del Rey de la Noche. A este si que le importaba poco la ideología. Era la encarnación de una forma de hacer negocios plasmada tan bien en un dicho muy mallorquín: Qui té bo, vola... Es curioso, pero no se me ocurre un refrán equivalente en castellano, ni siquiera en catalán o valenciano.

Carbonell trató de zanjarlo apelando a su simpatía innata, ya que ella trata así a todo el mundo. Solo que no conozco a nadie que, ante un problema con la Admnistración, tenga en tres minutos a una directora general al teléfono. A no ser que tengui bo.

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