Un millón de almendros, infectados por la Xylella fastidiosa. El campo balear recibe su diagnóstico más duro por la plaga. Un año después del primer caso detectado, se ha confirmado la relación entre la mortal bacteria y la mortandad de almendros que ha arrasado más de doce mil hectáreas en la última década. Ahora, ya afecta al 70 por ciento de este cultivo, infecta a otros clave como olivares y viñedos y la única buena noticia es que Europa sólo obligará a talar los árboles infectados y no tres hectáreas por cada caso detectado. Bruselas ha desistido de su plan de choque en las islas, en lo que no deja de ser otra expresión de pesimismo: libra al campo mallorquín de un amargo tratamiento porque ya no hay nada que hacer. Sólo queda convivir, que suena mejor de lo que significa: campos que irán muriendo, más casos que se tendrán que ir arrancando y nuevas dificultades para un sector que ya, sin la bacteria, lucha por sobrevivir.

Las conclusiones de la investigación de Eduardo Moralejo, de las que informó este periódico el pasado domingo y que ya han asumido desde la Conselleria de Medio Ambiente, entroncan con el diagnóstico inicial que hicieron los técnicos de la Comisión Europea en Mallorca. Tras desembarcar el pasado mes de junio, llegaron a la conclusión que el primer caso detectado en Porto Cristo no era el primero, ni mucho menos; que la Xylella llevaba ya años propagándose y que la plaga ya estaba por todas partes. Su extensión es tal, que el veredicto fue que ni la tala masiva prevista en la normativa comunitaria, que en aquel momento suponía acabar con más de 800 hectáreas, podría garantizar acabar con la bacteria en el archipiélago. El biólogo que alertó de la bacteria en 2010 coincide en todo, al punto que sostiene que la bacteria entró en la isla en la década de los 90 y que lleva al menos 20 años propagándose.

Todo empezó en Son Carrió

Por su coincidencia genética con la cepa californiana de la bacteria, que lleva décadas diezmando almendros y viñedos en Estados Unidos, y por el testimonio de varios agricultores, todo apunta a que la Xylella entró en Mallorca a través de material infectado procedente de California para cultivos experimentales en Son Carrió, la zona cero de la mortandad de almendros y a sólo dos kilómetros de la primera detección oficial de bacteria en la isla, en un centro de jardinería de Porto Cristo. De la zona, donde ya afecta al 90 por ciento de los almendros, se habría ido propagando por toda la isla. De momento, sólo la Serra, por su clima, parece haber resistido a la plaga. Este último verano ha permitido detectar mejor que nunca los casos de la plaga, y a la explosión de síntomas en los almendros, se ha sumado el hallazgo de Xylella en 14 viñedos, ahora mismo uno de los cultivos más rentables del campo mallorquín.

El trato especial que ha dado Europa sólo estaba previsto en la normativa para la región italiana de Lecce. Ahí la situación ha sido y es dramática. Más de dos millones de olivos han caído y el paisaje es desolador. La enfermedad ha hecho, incluso, perder a Italia la primera posición como productor mundial de aceite en favor de España. Sólo tras dos años de drástica tala masiva, con protestas agrarias y intervención militar, Bruselas desistió de su mano dura. También la isla francesa de Córcega, tras dos años afeitando olivos de su litoral, tendrá contención. Balears es la primera región europea a la que se le permite arrancar sólo los árboles infectados antes de dos años de la primera detección y sólo habiendo aplicado tala masiva en Porto Cristo.

Inevitable cambio paisajístico

Con este escenario toca convivir. Aunque el hecho de que sólo haya que talar los árboles enfermos pueda sonar a alivio, la presencia de un millón de almendros infectados eleva el impacto de la tala. A la vez que los almendros han exhibido como nunca sus síntomas, se han perdido cientos de fincas enteras en la isla: incluidos cultivos jóvenes y bien cuidados. Sólo aquellos en regadío están resistiendo y son la gran esperanza de los productores de almendra. Sin embargo, el fin de este cultivo en secano, típica estampa de la Mallorca rural, puede suponer un cambio paisajístico casi sin precedentes en el campo mallorquín.

La confirmación que, en viñedos y almendros, la cepa de la bacteria coincide con la que provoca la Enfermedad de Pierce y la Almond Leaf Scorch Disease (ALSD) que, respectivamente, diezma estos cultivos en California, hace girar la vista al estado norteamericano. Allí, sólo el convivir con la bacteria en los viñedos cuesta a California 100 millones de dólares cada año. Y aunque Mallorca no sea comparable a California, Moralejo apunta que en la isla la plaga es mucho más grave: mientras en el estado norteamericano están afectados sólo un dos por ciento de los almendros, en la isla están infectados el 70 por ciento.

Ya sólo queda paliar una enfermedad que será el fin para miles de hectáreas de cultivo. La investigación sobre cultivos resistentes ya solo piensa en el día que toque volver a replantar los campos.