La temporada turística de este año se está cerrando con una patente debilidad en la demanda frente a los excelentes resultados registrados en sus inicios, con una caída en las ventas durante el pasado mes de septiembre que se cifra en ambos casos en torno a un 10%, según las patronales de estos sectores. Y a la hora de analizar las causas, uno de los elementos insistentemente señalados es el de la saturación.

El presidente de la asociación de restauración de Mallorca, Alfonso Robledo, y el vicepresidente de la de comercio Afedeco, Pedro Mesquida, coinciden a la hora de apuntar que el repunte en la facturación de estos sectores registrado durante los primeros meses de la temporada turística de este año, como abril o mayo, no ha tenido continuidad a medida que ha avanzado el año, para terminar situando las ventas por debajo de las obtenidas en 2016.

Durante marzo, abril o mayo, los aumentos en la facturación respecto a las mismas fechas del ejercicio anterior se movieron entre el 5% y el 10%. Que las cosas para estos sectores no iban a ir tan bien como lo esperado inicialmente se comenzó a notar de forma apreciable en julio, tendencia que se mantuvo en agosto y que ha sido especialmente evidente en septiembre, mes este último para el que se habla ya de caídas en la facturación de muchos de estos negocios de un 10%. Un aspecto a tener en cuenta: se trata de comparaciones en relación a 2016, que fue un buen año. Así pues, se reconoce que el problema de 2017 no es que esté siendo un pésimo ejercicio, sino que resulta decepcionante a la vista de las perspectivas existentes cuando se inició la temporada, de ahí que su cierre se califique de "malo".

A la hora de analizar los factores que han podido generar este descenso en las cajas de comerciantes y restauradores, hay un elemento en el que se coincide: este año ha venido muchísima gente, pero el poder adquisitivo de estos turistas no ha sido siempre el óptimo. Pero incluso los que consumen poco han salido a las calles, colaborando en la imagen de saturación de la que insistentemente se ha hablado durante el presente ejercicio.

Problemas de saturación

Pedro Mesquida afirma que el principal reclamo de un comerciante es su escaparate, y que la excesiva afluencia de visitantes en algunas zonas de Mallorca, y especialmente en el centro de Palma. Las calles Sant Miquel o Jaume II, especialmente utilizadas por aquellos que se desplazan para visitar la Catedral, son puestas como ejemplo de estas situaciones.

Otro argumento esgrimido es que esos excesos se han dado también en la red viaria, con una densidad de tráfico que en algunos casos ha dificultado o desincentivado el desplazamiento de los visitantes hasta otras zonas separadas de su alojamiento.

Alfonso Robledo añade otro factor especialmente importante en su sector y que no ha acompañado en septiembre, como es el tiempo, con días más nublados o incluso lluviosos que convertían a las terrazas de bares y restaurantes en lugares poco atractivos.

Pero como se ha indicado, el elemento que se señala como clave es el bajo poder adquisitivo de muchos de los visitantes que este año han arribado a Mallorca.

Según Mesquida, octubre ha comenzado con niveles similares a los del pasado año, mientras que Robledo considera que el balance de estas pocas jornadas se mantiene por debajo de las mismas fechas de 2016.

La esperanza está puesta ahora en una remontada aunque sea ligera, debido a que son muchos los hoteles que, mientras que durante el pasado año comenzaban ya a cerrar sus puertas, en esta ocasión se van a mantener en activos hasta los primeros días de noviembre, en unas fechas en las que además esa saturación está mucho más debilitada.

Alquiler turístico

A la hora de explicar el bajo consumo de muchos de los visitantes que han llegado a Mallorca, el alquiler turístico se pone sobre la mesa.

Pedro Mesquida defiende que exista una zonificación en la comercialización del alquiler vacacional. Así, el vicepresidente de Afedeco considera que puede tener sentido en las zonas de costa o en el centro de Palma, pero considera absurdo que se estén alquilando pisos a turistas en Son Oliva, La Vileta o Son Roca, por citar algunos ejemplos, y defiende que ahí debería de estar vetado.

Además, pide que exista un control sobre la cifra de ocupantes de cada vivienda. "Es absurdo que en un piso de dos habitaciones se metan diez personas, porque eso solo supone problemas para los vecinos y una bajísima capacidad de gasto", argumenta.