"Lo que tenemos que hacer es destrozarlo a este hijo de puta". Tolo Cursach fue así de claro el pasado mes de mayo de 2016 durante una conversación interceptada por la Policía con su hombre de confianza, Tolo Sbert, en referencia a un empresario de la competencia en Magaluf.

"Pero cómo puede ser posible, que nosotros hemos puesto diez denuncias y no han hecho ni puto caso y él la pone y le hacen caso, eh... es que... bueno", se lamenta indignado el magnate de la noche mallorquina.

Su interlocutor trata de calmarle. "Tendremos que ir, eh... nosotros llevamos un buen camino Tolo", dice Sbert. "He dicho que pongan más cámaras para demostrar que son ellos. Y juntaremos la denuncia que presentamos en Guardia Civil más aquella acta...", añade Sbert.

Los investigadores de la Policía Nacional y el magistrado instructor Manuel Penalva deducen de esta charla y de otras parecidas que ambos sospechosos, en prisión provisional desde marzo de 2017, habían trazado una estrategia para provocar y hacer enfurecer al empresario rival para después grabarlo en vídeo.

Así, los acusados también habrían ordenado a sus subordinados acosarle y seguirle, así como hacerle fotos, no solo en el lugar que se disputaban, la plaza Pitiüses de Magaluf, sino también en cualquier otra zona que el perjudicado frecuentara. Y todo ello, pese a ser conscientes de que uno de los implicados, si se dedicaba a vigilar y perseguir al empresario de la competencia, incumpliría de "forma descarada" la orden de alejamiento que le impuso el juez instructor, según destaca el propio magistrado titular del juzgado de instrucción número 12 de Palma. El afectado denunció la situación de acoso permanente que sufría ante la pasividad y complicidad del ayuntamiento de Calvià, la Guardia Civil y la Policía Local del mismo municipio, según detalla el juez.

El grupo Cursach quería arruinar a toda costa a este empresario rival extorsionándole y presionándole en los últimos años para que este acabara hundido y asfixiado económicamente y no le quedara más remedio que vender sus locales a bajo precio al magnate de la noche.

Tolo Sbert, directivo del conglomerado empresarial y mano derecha de Cursach, en otra conversación con el magnate, en alusión al empresario de la competencia, le decía: "Hasta que no lo quites del mapa". Y, acto seguido, Tolo Cursach concluía: "Si él tiene allí un pie ya tienes un cáncer".

El entramado supuestamente contaba con fieles servidores y sabía distinguir entre los agentes que "son de los suyos" y los otros. En otra conversación intervenida por la Policía en el marco de la ´Operación Sancus´ en la que intervienen un ejecutivo del grupo Cursach y un empleado, el primero le pregunta al segundo: "¿La Guardia Civil son amigos tuyos, son de los nuestros o no?". Y el trabajador le responde: "Sí, si, lo con... al loro con el teléfono".

Y es que los principales encausados del caso Cursach extremaban las medidas de seguridad cuando hablaban por teléfono, por lo que los investigadores sospechan que sabían que tenían pinchados sus terminales. El magnate del ocio nocturno, en julio de 2016, advertía a un funcionario de Cort: "Mejor por teléfono mejor no, no aclarar demasiado el tema. Sabes que te quiero decir".