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Cursach lo tuvo demasiado fácil

Por Matías VallésLa labor del magistrado Penalva y el fiscal Subirán, junto a los policías que no se dedican a aporrear a pacíficos ciudadanos, alcanza en el caso Cursach una dimensión social muy por encima de la judicial. La digestión de la instrucción en los tribunales penales palidece en importancia...

Cursach lo tuvo demasiado fácil

La labor del magistrado Penalva y el fiscal Subirán, junto a los policías que no se dedican a aporrear a pacíficos ciudadanos, alcanza en el caso Cursach una dimensión social muy por encima de la judicial. La digestión de la instrucción en los tribunales penales palidece en importancia, frente a la desaparición del último intocable. Los prebostes inaccesibles no desaparecen cuando son condenados, sino cuando sus portentos pueden ser comentados con naturalidad. Antes de la instrucción derivada de la mafia de la policía local de Palma, del dueño de la noche no se podía hablar ni para bien.

Los numerosos abogados congregados en torno al caso, y ya resulta curioso que los profesionales excelentemente retribuidos por defender a los corruptos insistan en que la corrupción no existe, se cebarán en las inconsistencias del sumario. Es lo de menos, y tampoco se necesita a un prestigioso bufete para desmontar un escrito judicial. Hace siglos que el cardenal Richelieu postuló que "dadme seis líneas escritas por el hombre más honesto, y encontraré material para colgarlo". Las precisiones y garantismos pueden modificar la calificación de conductas individuales, pero no absolverán a la sociedad corrompida por el empresario.

El poder acumulado por Cursach no se mide únicamente en la cantidad de funcionarios y políticos que le han favorecido a lo largo de los años. El calibrado exacto de su invulnerabilidad se observa en los descuidos cometidos por altos cargos que habían extremado el celo, para no verse atrapados en otros escándalos de corrupción. Matas era sólido pero podía caer, así que convenía mantener precauciones. Munar estaba mejor anclada, ofrecía casi el grado máximo de seguridad en la complicidad delictiva. Ahora bien, el amo de la noche era inviolable. De ahí la orgía perpetua descrita en el sumario. Los corruptos que guardaban las distancias con el president de Balears, o con la presidenta de Mallorca, se desmelenaban no solo metafóricamente cuando pagaba el empresario. ¿Quién en Mallorca iba a actuar contra Cursach, si ahora se confirma por escrito que tenía la policía local, nacional y militar a su servicio? Se suponía por error que esta pregunta no tendría respuesta.

Atendiendo al sumario ahora desvelado, Cursach se gastó una fortuna en ganarse las voluntades de funcionarios y políticos. Sin embargo, la magnitud de su inversión no oculta que lo tuvo demasiado fácil. La culpabilización colectiva es injusta, pero cuesta encontrar una excepción que se resistiera a la corrupción en los diferentes escalones administrativos. Funcionaba incluso la contaminación forzosa, para evitar filtraciones. Por tanto, otro espabilado puede haber sucedido a Cursach, y hay varios candidatos entre los arribistas de nuevo cuño al empresariado local.

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