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Justicia

La cara más humana del sistema judicial

En sus 30 años de labor, este servicio de atención social ha atendido a 19.000 personas

Trabajadores, colaboradores e impulsores iniciales de este servicio. m.f.

Como todo lo importante, sucedió casi por casualidad. Porque se encontraron las dos personas que tenían que encontrarse y activaron el resorte que tocaba. En 1987, el magistrado Carles Gómez habló con Ángela Tomás, entonces directora provincial del INSERSO, sobre la necesidad de ofrecer asistencia social en los juzgados. Y se creó un servicio con este fin (hoy conocido como SASJ) y el imponente sistema judicial se puso a escala humana.

De eso hace 30 años. Y en este tiempo han sido atendidas casi 19.000 personas. Ayer, Gómez y Tomás recogieron un reconocimiento por ese primer paso, en la celebración del aniversario de la Fundación IRES, que comenzó su andadura centrada en la reinserción de las personas condenadas y que hoy va mucho más allá, asistiendo a todo actor (víctima, testigo, denunciante...) que se vea inmerso en un proceso judicial y requiera asistencia; terapia; acompañamiento o incluso formación.

"Intentan arreglar lo que ni la sociedad ni la justicia ha arreglado, y la mayoría de las veces triunfan", valoró la fiscal decana de Vigilancia Penitenciaria, Rosa Cosmelli. "Ayudan a personas que están viviendo un momento problemático para que reorganicen su vida", aplaudió Sonia Vidal, jueza decana de los juzgados de Palma y anfitriona ayer de un acto de aniversario austero y genuino. "Intentamos acogerlas, valorar sus necesidades y empoderarlas para que puedan recuperar su vida", resumió Aina Capellà, directora territorial de la Fundación en Balears.

"Ganamos todos"

Gómez subrayó que además de "humanizar" el trabajo judicial, en el caso del servicio de guardia, donde empezó todo, este tipo de atención creó una respuesta a una situación hasta entonces frustrante: había personas que tenían algún problema (por ejemplo de drogadicción o violencia) pero que, al no decretarse cárcel para ellas, volvían a su entorno sin más, con lo que era muy probable que reincidiera. Por eso, el magistrado valoró que con atención social gana el detenido ("se le da otra oportunidad") y gana la sociedad ("evitando que vuelva a delinquir").

Además de las felicitaciones, Fina Santiago, consellera de Asuntos Sociales, trajo bajo el brazo un anuncio: el compromiso del Govern de concertar estos servicios, para que IRES no tenga que estar pendiente de recibir una subvención cada año y garantizar así su continuidad.

Bernat Aguiló, técnico de los servicios sociales de los juzgados e involucrado en el proyecto casi desde sus inicios, detalló los cambios que ha experimentado el servicio en estas tres décadas, empezando por el perfil del usuario. Ahora, la mayoría de las veces son hombres; con bajo nivel formativo; en el paro; en el 40% de los casos con alguna adicción (a la cocaína sobre todo) y un 23% de las veces con alguna enfermedad (predominando las dolencias mentales).

En sus inicios, los usuarios eran más jóvenes (entre 17 y 25 años) y la problemática mayoritaria era una y terrible: la heroína. Eran los 80. "Suponían el 90% de los casos que atendíamos, una plaga", relató el trabajador social. Y de esas historias, recuerda algunas de éxito: "Algunos casos son espectaculares, personas que lograron dejarlo y hoy los ves en puestos relevantes de la sociedad".

La heroína desapareció. Y en 2008 llegó la crisis económica. Nuevos perfiles. Según Aguiló, empezaron a atender a personas que habían delinquido empujadas por la necesidad y la precariedad:"Personas que en otra situación no cometerían delitos".

En los últimos años, la Fundación IRES que dirige Montserrat Tohá se ha especializado en el ámbito familiar y la violencia familiar y de género, impulsando atención a hijos de víctimas y planes para familias en situación de vulnerabilidad social.

Para Bernat Aguiló, el éxito de este servicio se detecta cuando una persona "ya no te necesita más". Asegura que hay jóvenes que viven esta atención como un "téntol" que les sirve para reflexionar y se sorprenden de los delitos que han llegado a cometer. Y así como una vez hicieron "clic" y se equivocaron, pueden volver a hacer un "clic", darse cuenta de lo que han hecho y volver al carril : "No es irreversible".

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